sábado, octubre 30, 2021

Unión de TVLA, administración 1977-1979 (Primera entrega)

 

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    Fotografía captada el martes 11 de octubre de 1977, previo al inicio de la VII reunión de presidentes municipales de la región de Autlán, en la que participarían dieciséis presidentes municipales con sus respectivos secretarios, y sus síndicos, con la finalidad de discutir y establecer la aplicación del presupuesto de obra pública en cada una de sus localidades.

De izquierda a derecha: 

Sr. Julián Villaseñor. 
Sr. Carlos Vázquez, vicepresidente municipal. 
Sr. Rubén Núñez, tesorero municipal. 
Funcionario estatal sin identificar. 
Lic. Flavio Romero de Velasco, gobernador del estado. 
Ing. Jesús Corona, presidente municipal. 
Sra. Yolanda Castillero de Romero, esposa del gobernador y encargada del DIF estatal.
Sra. Guillermina (La Nena) Villaseñor de Corona, encargada del DIF municipal. 
Sr. Juan Ramos, comandante municipal. 

     Los funcionarios estatales habían sido recibidos por las autoridades locales en la plaza municipal, de ahí la comitiva en su conjunto se dirigía al casino "Fontana" en donde se llevaría a cabo la reunión. Se observa la calle México aún sin pavimentar, y la calle Juárez, enfrente de la plaza, aún abierta al tránsito de vehículos. En aquel momento y debido a la celebración de las fiestas de octubre, se alcanza a observar un fragmento de imagen de lo que serían los baños de las terrazas musicales que en ese segmento de calle se solían instalar.

jueves, octubre 28, 2021

Archivo del Maestro Julián Villaseñor Mejía (Entrega número 6)

 

Ficha de inscripción a materia
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Ficha de inscripción a materia de la 
Escuela Normal de Profesores de Guadalajara (1912) 

 Se lee: 


Secretaría de la Escuela Normal de Profesores
Guadalajara 


 El Señor Julián Villaseñor Mejía queda inscripto 
como espectador para asistir a las siguientes clases:
 
Moral 
Química y Feenología 
3er. Curso de Lengua Nacional 
1 y 2do curso Trabajos Manuales 
Lógica 
1 y 2do de Pedagogía y de Metodología 
Cosmografía

Guadalajara, 26 de septiembre de 1912.

Rúbricas de

 El Director Aurelio Ortega.         El Secretario Salvador M. Lima


 
Rúbricas de varios maestros. 



     La Escuela Normal para Varones de Guadalajara y La Escuela Normal para Profesoras de Guadalajara se fundaron el 1ro de noviembre del año de 1892 por decreto del poder legislativo siendo gobernador del estado el político y militar guanajuatense Pedro A. Galván, a propuesta del educador suizo y asesor educativo del gobierno en ese entonces, Enrique Rébsamen. Estas nuevas instituciones tendrían como objetivos el formar maestros y maestras de instrucción primaria, elemental y superior y el “imprimir el sello de la unidad científica y pedagógica a la marcha de las escuelas públicas del Estado”. 

     Desde su fundación, y hasta 1899, ambas escuelas padecerían de bajo número de alumnos, cambios constantes en sus planes de estudio, alumnos irregulares y egresados sin titular. En el año 1900 el presidente Porfirio Díaz nombraría al referido Enrique Rébsamen director general de enseñanza normal, y con ello llegaría una revisión y reorganización de los planes de educativos que culminaría en 1906 con la promulgación de la “Ley Constitutiva de las Escuelas Normales”, que establecería como obligación del Estado la formación magisterial. 

     Ante la problemática de carencia de docentes en planteles escolares y el exceso de carga laboral en horas clase para los maestros existentes en el estado de Jalisco, ambas las escuelas, de varones y femenina, se fusionarían en el año 1904 para con ello crear La Escuela Normal Mixta, con esta determinación así mismo se buscaría integrar a la mujer en espacios profesionales en los que antes habían sido relegadas. Se trató de un proyecto liberal, desde el porfiriato, para implementar un pensamiento positivista que condujera al país a la modernidad educativa. 

     A pesar de ser una institución del gobierno, la Escuela Normal Mixta no recibiría el cobijo ni la aceptación de una conservadora sociedad tapatía que consideraba que “la combinación de sexos generaría la relajación moral de sus alumnos”. Eventualmente la falta de coordinación entre el nivel estatal y el federal en el área educativa, el inestable ambiente social debido al estallido del movimiento revolucionario y el declive de inscripciones de alumnas debido al carácter mixto de la institución serían causas determinantes para que en el año de 1911 el gobierno estatal tomará la determinación de cesar sus actividades. 

     Se concebiría ese mismo año, entre autoridades educativas y estatales, la creación de dos nuevas instituciones, La Escuela Normal de Profesoras y Escuela Normal de Profesores (anexa al Liceo de Varones), en ellas se buscaría promover la discusión de temas y métodos de enseñanza modernos, la profesionalización docente así como la autonomía respecto del Estado en la gestión educativa. Ambas instituciones pronto aumentarían su registro de alumnos, además de que se instaría a que acudieran a ellas todos aquellos maestros que desearan regular su situación para titularse. El profesor Julián Villaseñor Mejía, entonces maestro comisionado como prefecto en la susodicha Escuela Normal de Profesores, se inscribiría como espectador en gran parte de las materias del plan de estudios con el fin de actualizarse en la labor docente (ver fotografía) además de prepararse para presentar su examen profesional, lo que haría el 25 de julio de 1914. 

Profesor Aurelio Ortega (Guadalajara 1848-Guadalajara 1935) 
Fungió durante sesenta y siete años como docente, al inicio autodidacta, formalizó sus estudios en el Liceo de Varones de Guadalajara Jalisco. Impartió clases tanto a infantes como a trabajadores en escuelas nocturnas, se capacitó con el profesor Enrique Rébsamen para después colaborar tanto en la modernización de los métodos docentes como en la actualización del sistema educativo. En 1910 recibiría de parte del gobierno estatal diploma de honor y medalla debido a sus treinta años de servicio ininterrumpido. Fue designado director de La Escuela Normal de Profesores en 1911. 

Profesor Salvador M. Lima (Autlán 1885-Guadalajara 1954): 
Profesor egresado de la Normal Mixta de Jalisco, fue docente y director de diversos planteles tanto en la capital como en el interior del estado así como funcionario cultural. Publicó relevantes libros de formación docente. Su vida laboral la iniciaría en 1912 como secretario de la Escuela Normal de profesores, ahí se desempeñaría también como docente, inspector, y a partir de 1918 como director.

Ficha de inscripción a materia, parte posterior.
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miércoles, octubre 27, 2021

Historia de Vida, décima entrega.

Torre Latinoamericana, Ciudad de México.

     El ambiente con mis compañeros de trabajo era bueno, sin embargo había algunos que consideré que sentían celos por mi promedio de ventas, entre ellos Juan Castillo y Sergio Santillán, David Espinoza era quien generalmente ocupaba el primer lugar como vendedor, su promedio de ventas rebasaba al mío, consideré que porque él disponía de todo el día para trabajar y yo únicamente de unas cuantas horas. David tenía buenas relaciones con la empresa ya que su hermano era el gerente regional de General Popo a nivel distrito y le pasaba buenos prospectos, en esa oficina de distrito laboraban el señor Samperio y el señor Trevizo, ambos vendedores regionales, que dependían directamente de la Compañía y con quienes posteriormente hice muy buena amistad. 

    Existía una sucursal, ubicada en la Avenida Niños Héroes, era realmente pequeña, y la manejaba Ramón Téllez, quien era muy hábil para las ventas, y para obtener ingresos por esa vía. La mayoría de mis compañeros de trabajo tomaban, generalmente lo hacían los viernes, argumentado que eran los famosos “viernes sociales”,  fue así como a base de mucho insistir, sobre todo por parte de algunos de ellos como Ramón Téllez y Alberto Toscazo, decidí acompañarlos. Cerca de la compañía había algunas cantinas que ellos frecuentaban muy a menudo, y en varias ocasiones lo hice yo también acompañándolos, En un inicio sentía ganas de ir, pero ya estando en esos lugares “compartiendo”, me sentía mal, y lo primero que pensaba era “¿Cómo es posible que venga a gastar el dinero que con tanto esfuerzo obtengo, y teniendo tanta necesidad de él en mi casa y para mis estudios? ” Era algo “increíble” cómo mi fuerza de voluntad se doblegaba ante el alcohol, y sobre todo ante el “ambiente” con mis compañeros de trabajo. 

    Quizás en mi subconsciente quería imitar a mi padre en sus “bohemias”, lo cual nunca pude hacer, gran parte de mis ingresos se me iban, o más bien los tiraba, sin saber que lo que estaba haciendo era progresivo y mortal, sin embargo mis estudios no los desatendía, llegados los exámenes casi todas las materias las tenía para “extraordinario” por el bajo nivel de asistencias, a excepción de las de 8:00 a 9:00 AM y de 4:00 a 5:00 que las tenía a repetir curso, una era la de economía, mi maestro fue el licenciado Salvador Morales, quien fungía como director del entonces departamento de tránsito del estado. Cuando le insistí para que me concediera el derecho a examen extraordinario recuerdo que tajantemente me dijo “No, o comes o eres Cristiano.” 

    Entonces recurrí a la FEG, Federación de Estudiantes de Guadalajara, y fue ahí donde logré una recomendación de su presidente para poder obtener el derecho a examen extraordinario, que de inmediato me concedieron. La otra materia que tenía a repetir curso era la de derecho romano, con el licenciado Manuel Ibarra Sauceda, quien era el director del registro público de la propiedad y del comercio. Fui hasta su oficina y le expuse mi problemática y la necesidad de mi trabajo, de inmediato me concedió el derecho a examen extraordinario, y aún más, me examinó a mi solo y por separado, lo cual le agradecí mucho. 

    En mi casa no desatendía a mi madre ni a mis hermanos, me encargaba de comprarles todo lo necesario, continuaba pagando la renta y así mismo amueblando la casa en lo poco que se podía. Así transcurrió el año 1973, llegado el mes de diciembre obtuve mi aguinaldo, así como mi bonificación por mejores ventas. Decidí ir un domingo antes de navidad al pueblo Unión de Tula y traerme a mi padre, aunque fuera con engaños. Me transporté en mi volkswagen, era la primera vez que lo manejaba en carretera, al llegar al pueblo encontré a mi padre en malas condiciones económicas y de salud, le regalé quinientos pesos y le dije que no me regresaría sin él, me argumento muchas cosas, de algunos “litigios” pendientes que le impedían hacerlo. 

    Yo me sentí muy triste, y como ya tomaba, decidí ir a la “Bambi”, esa misma noche me regresé a Guadalajara, me acompañaron un hijo de Don Javier Reyes y Carlos Díaz Ramírez, hijo del “Picos.”, quien se fue conduciendo el carro. La navidad en casa ya no fue la misma del año pasado, en donde únicamente, se había comido un pollo, ahora había abundante comida, ya que se juntaron varios ingresos económicos, entre ellos, los de mis hermanos Ulises y Habacuc, así como el mío. Sin embargo había aparecido otro factor, el vino y las cervezas, ya que yo, en mi “orgullo”, tomaba, y aparentaba lo que realmente no era. Mi madre se llenaba de tristeza y únicamente me decía que no fuera a ser como mi padre, que todo lo había tirado. 

    Las relaciones en mi trabajo, con el señor Vega, eran inmejorables, aunque tenía mal carácter yo todo se lo soportaba, y eso fue creando un ambiente de amistad entre él y yo, lo que se reforzó además con los promedios de ventas mensuales, que eran buenos, siempre oscilaban entre los treinta y cuarenta mil pesos. Mis comisiones no bajaban de los tres mil pesos, en aquel tiempo, muy buenos. Ingresó a la empresa Andrés Medina, cuñado de Carlos Flores Álvarez, con quien tenía una gran amistad en la facultad de derecho. Me pidió que recomendara a Andrés y lo hice con el señor Vega, que de inmediato lo contrató como vendedor. Recuerdo que Medina tenía como cliente a Fábricas de Francia, y con ellos solo le bastaba para mantenerse y llenar su promedio de ventas, aunque este no era muy alto. Así mismo en patio, y como vendedor, estaba Gustavo Peña, quien fuera cuñado de Abel Salgado Velasco (+), ex presidente municipal de Zapopan Jalisco y ex secretario general de la CNC.

     Corrían los meses de marzo y abril de 1974 cuando mi padre le escribió a mi madre; “que si lo podíamos recibir en la casa, que me lo preguntara.”, de inmediato le dije que si, que con mucho gusto, que esa era su casa. Mi padre llegó a Guadalajara, si más no recuerdo en el mes de abril de 1974, totalmente fracasado y con la intención (según él) de trabajar en la policía municipal de Guadalajara, en donde tenía un viejo amigo de nombre Antonio Armas, quien ocupaba un alto cargo administrativo y a quien pretendía pedirle la oportunidad de trabajo, situación que nunca se concretó ya que mi padre en su orgullo nunca llegó a ir con él. Después fue con su primo Arnoldo Villaseñor, quien estaba como subdirector de la entonces policía judicial, y este sorpresivamente le pidió su currículum, mi padre se sintió ofendido, consideró que después de aquellos recibimientos que en el pueblo le había hecho a su primo, había sido déspota la forma en que lo había tratado. 

    Fue entonces que mi padre se colocó en una empresa que vendía seguros y protección jurídica que tenía mucho éxito, se llamaba "Ceja". Ahí conoció a Juan Gutiérrez García, a Félix Solórzano, e hizo más amigos de sus compañeros de trabajo. Recuerdo que se transportaban en VW y mi padre no manejaba, pero los primeros días, casi todos, sucedía un accidente en el automóvil en que le tocaba ir, ya sus compañeros tenían miedo de que se subiera con ellos. El más grave sucedió en las confluencias de las calles de Mexicaltzingo y Américas, debido a eso mi padre permaneció hospitalizado más de diez días y perdió parte de su dentadura. En mi compañía en los meses de mayo y junio seleccionaron a dos de los mejores vendedores, David Espinosa, y el que escribe, para ir a la ciudad de México DF a tomar un curso por quince días, que comprendería desde la materia prima con que se fabricaba una llanta hasta los tipos y servicios que prestaba cada una, así como el sistema eléctrico y automotriz y la fabricación de acumuladores. 

    Mi problema como siempre sería la escuela, era mucho perder clases, en algo me ayudaba la turbulencia estudiantil y el paro continuo de labores. Fue así como aproximadamente en los meses de mayo y junio de 1974 viajé a México DF, salimos juntos en autobús de la ciudad de Guadalajara David Espinoza y el de la voz, allá nos integraríamos al equipo de trabajo con otros vendedores de la república mexicana. Nos hospedamos en el Hotel Arizona, que se encontraba en en la Avenida Gómez Farías numero 20, en el centro de la ciudad. Era un hotel típico para viajeros, entonces administrado por españoles. México DF me pareció una gran ciudad, en aquel tiempo no era tanto el tráfico ni el smog, y el clima era muy agradable. 

    La empresa General Popo se encontraba en el Boulevard Miguel de Cervantes Saavedra, permanecíamos dentro de la misma desde las 9:00 AM hasta las 6:00 PM, comíamos en el restaurante de la compañía. Tenía como compañero de cuarto en el hotel a David Espinoza, y por las noches, junto con algunos otros de los mismos compañeros concentrados, salíamos a caminar por las avenidas en donde veía la enorme cantidad de centros nocturnos. Por allá a lo lejos en otra avenida, en el hotel Continental, se admiraba un espectacular que decía: “Aquí esta Olga” (Breeskin), también caminando por Gómez Farías pasábamos frente al Frontón para seguir hasta el centro de la ciudad, llegando por el monumento a la Revolución, y más adelante encontrarnos con la torre Latino Americana y luego el Zócalo, Palacio de Gobierno y la Catedral.

Lic. Hermán René Real 

(Continuará en la décimo primer entrega)

viernes, octubre 22, 2021

Historia de Vida, novena entrega.


Mercado de abastos de Guadalajara.

     Fue así como, aceptando aquel trabajo, sobre todo por necesidad (era el 03 de febrero de 1973) decidí ingeniármelas con el maestro en turno de las 8:00 AM a las 9:00 para lo cual me sinceré con él y le dije que le solicitaba su ayuda, ya que a esa hora precisamente la de su clase, era también en la que tenía que ingresar a mi nuevo trabajo, la que me fijaron a las 8:00 AM. El maestro me dijo que no me prometía nada, que hablara con el director el Lic. Romero González, pero que lo hiciera en otra fecha, y si el accedía a concederme el derecho a examen extraordinario no había ningún problema. Por lo pronto me presenté al segundo día de mis labores, tenía que estar junto con mis demás compañeros en almacén. 

    El almacenista nos dedicaba parte de su tiempo, y nos iba enseñando todo lo relacionado con las llantas y su uso. Entre los compañeros estábamos: Izarrarás, Juan Castillo, Florencio Salazar, Sr. Ocampo, Alberto Toscazo, David Espinoza, Sergio Santillán y el que escribe. El señor Carlos Estrada nos supervisaba y nos hacia preguntas, llegado el sábado me pagaron la suma de doscientos cincuenta pesos, y nos indicó el señor Estrada que a partir del próximo lunes tendríamos una junta diaria a las 8:00 AM, donde se nos tomaría asistencia, y a las 9:00 AM saldríamos a la calle a vender, para lo cual se nos otorgaron dos listas de precios, una color verde, que era la de menudeo (menos de diez vehículos) en la portada aparecía una leyenda que decía: “ Los mismos precios desde 1959”, la otra lista era de color azul, contenía los precios de mayoreo, para clientes de más de diez vehículos. 

    ¿A donde iría a vender, que me resultara provechoso por el poco tiempo de que disponía, para luego ingresar a clases? No lo pensé mucho y decidí ir al mercado de abastos, me trasladé y llegue primero a la calle 4, la primera bodega que visité fue la de Don Nabor Rodríguez(+) si mal no recuerdo era la bodega 408, ahí trabajaba José Rodríguez Sánchez (actualmente mi compadre) quien era hijo de Don Nabor, se vendían piñas de Oaxaca. Al ofrecerles llantas, lo primero que me dijeron era que no ocupaban, y que además ya compraban en Good Year Albarrán, no obstante insistí en abrirles una línea de crédito y les llene una solicitud de menudeo, fue la primera. Continué caminando y llegué hasta la bodega de Don Eusebio Jiménez(+), era dueño del balneario Los Camachos, su socio era el señor Carlos Camarena Acosta (+), vendían jitomates, les levanté otro crédito, cuenta nacional. 

    En el transcurso de la semana visité y abrí nuevos créditos a José Cortes, Adolfo Fonseca (+) José Luís Quezada Macias, Felipe Vidal Jiménez, Enrique Espejo (+), Eulogio Contreras, David Rodríguez García (Granos y maíz) Abelardo Rodríguez, Cuan Aubert, Efrén Álvarez Maldonado, Jesús Aceves, José Zaragoza Lepe (+), Antonio Ascencio, Ramón Michel Barajas (+) (El buchón, paisano fabricante de carrocerías), y otros más que se escapan a mi memoria. La única venta que realicé en esa semana fue al señor Enrique Espejo, quien me compró dos llantas para camioneta y pagó de contado. Llegado el fin de semana, el sábado, se nos citó a todos los vendedores a una junta de evaluación, y además conoceríamos al dueño de la empresa el señor Guillermo S. Vega. 

    Llegada la hora me tocó ingresar al privado del señor Vega junto con el compañero Florencio Salazar, quien traía un currículum muy amplio como vendedor de gran experiencia. Al pasar, el señor Vega se dirigió a él, y con voz y tono de “chilango” le preguntó cómo le había ido y qué resultados traía, el señor Salazar le contestó que buenos, ya que había llenado un nuevo crédito, el señor Vega lo felicitó efusivamente. Y mirándome con cierto aire de desprecio, me dijo ¿y Usted, señor Real? Le contesté, "le tengo 10 nuevos créditos y una venta de contado", empezó a leer las solicitudes con mucha incredulidad, quizás pensando que eran inventadas por mi, así transcurrió mi primer mes de ventas, en comisiones rebasé el salario mínimo y hasta más, y obtuve la bonificación de los ochocientos cincuenta pesos que ofrecían. 

    Pagué la renta de mi casa y algunas cuentas de comestibles que nos fiaba Doña Baude a la vuelta de la casa, por la calle tres de la zona industrial frente a la Unidad deportiva Adolfo López Mateos. Decidí comprarle muebles a mi madre, y acompañado de mi hermano Habacuc, encontramos una mueblería que se llamaba “El Crédito”, nos llamó la atención por el nombre, nos apersonamos y solicitamos un crédito, con la sola referencia de mi trabajo de inmediato nos lo dieron, que tiempos tan hermosos aquellos, sin tantos trámites y vericuetos burocráticos le había comprado a mi madre una sala de tres piezas. Días después decidí llevar a mi hermano con el Señor Carlos Camarena, del mercado de abastos, para solicitarle un empleo, atento el señor Camarena accedió a dárselo, de auxiliar de contador. Mi hermano permaneció en ese empleo más de siete años, terminando sus estudios de licenciado en administración de empresas. 

    Al segundo mes de mi trabajo le compré a mi madre un refrigerador General Electric en "Paviche, me costó dos mil trescientos pesos, era una mueblería que existía por la avenida 16 de Septiembre, me acompañó Carlos, mi Tío, hasta la fecha mi madre lo conserva, y lo “inédito” es que después de “36” años NUNCA SE HA DESCOMPUESTO, obviamente es como una joya muy valiosa para mi mamá. Las semanas pasaban, paralelamente continuaba con mi estudios en la facultad de derecho, se me complicaba demasiado la clase de 8:00 a 9:00 AM, era muy difícil conseguir los apuntes de esa materia, el director estaba renuente a darme algún derecho para examen extraordinario, se perfilaba que tendría que repetir curso, por las noches estudiaba, y cuando tenia exámenes lo hacia hasta altas horas de la madrugada. 

    Mi promedio de ventas era bueno, me apoyé demasiado en los clientes del área del mercado de abastos, quienes continuamente me compraban llantas, e iba teniendo nuevos a través de la apertura de créditos que mi empresa les otorgaba, así logre tener como cliente al señor Everardo Cornejo, quien manejaba una compañía en la colonia Morelos denominada: “Sal y Azúcar". Mi cartera de clientes creció, tendría unos 50 aproximadamente, entre "buenos y regulares", ninguno "malo". Pronto compré un VW modelo 1972, me costó trece mil pesos, no sabía manejar, y cuando fui por él lo conduje hasta mi casa como pude, en corto tiempo mis tíos maternos Carlos y Ernesto me enseñaron a conducir. 

Continúa la décima entrega.

Lic. Herman Rene Real 

jueves, octubre 21, 2021

Archivo del Maestro Julián Villaseñor Mejía (Entrega número 5)



Carta respuesta a solicitud de audiencia.
 


Se lee:


 
Correspondencia Particular
del Gobernador 
del Estado de Jalisco 


Guadalajara, Jalisco, 2 de julio de 1920. 
Señor diputado Julián Villaseñor. 
Autlán, Jal. 

 Muy estimado y buen amigo: 

 Enterado de su atenta de hoy, le manifiesto que, con gusto, atenderé al Sr. Salvador García Moreno en todo lo que me sea posible. 

 Ya sabe usted que le deseo éxito completo en su campaña política y que se conserve en cabal salud. 

 De usted, afectísimo y seguro servidor. 

 Rúbrica 
E. Ramos Praslow 



    Enrique Ramos Praslow nació un 1ro de febrero de 1885 en Culiacán, Sinaloa. Se trasladó a la ciudad de Guadalajara en donde estudió en el Liceo de Varones, ahí junto a otros compañeros fundaría el Partido Socialista, realizó sus estudios profesionales en la escuela de jurisprudencia de Guadalajara, al recibirse de abogado crearía además la organización laboral “Liga de las clases obreras”. 

     Ramos Praslow también fue articulista y colaboró en diversos diarios locales, por ser opositor al gobierno de Porfirio Díaz fue detenido bajo los cargos de rebelión. Escapó de prisión para tomar parte activa en el movimiento antireeleccionista encabezado por Francisco I Madero y su Plan de Guadalupe. Debido a los acontecimientos de la “decena trágica” se haría de las armas en contra del régimen de Victoriano Huerta bajo el mandó del general Enrique Estrada, así mismo el 30 de enero de 1915 defendería a Guadalajara del ataque villista comandado por el jalisciense Julián Medina. 

    En el ejército constitucionalista alcanzaría el grado de coronel, en donde dirigiría al XXVI regimiento de la División de Occidente. 

     A finales de 1916 sería designado por Venustiano Carranza subsecretario de justicia, ese mismo año fue electo diputado por Jalisco en el congreso constitucionalista. 

     Ramos Praslow se adhirió a Álvaro Obregón durante la promulgación del Plan de Agua Prieta que desconocía al régimen de Carranza. Durante este convulsionado periodo fue designado gobernador interino por el general Adolfo de La Huerta, presidente interino de la república en ese entonces, función que desempeño del 12 de mayo al 19 de julio de 1920. 

    En el momento de la misiva, Julián Villaseñor Mejía, compañero de Praslow en el Liceo de varones y también activo obregonista, fungía como diputado federal en la XXVIII legislatura por el distrito 13 de Jalisco a concluir el 31 de agosto de ese mismo año, y se encontraba en campaña electoral para obtener la reelección para la XXIX legislatura federal.

    Ramos Praslow sería designado por Plutarco Elías Calles de nueva cuenta gobernador interino de Jalisco en 1929. Fue galardonado con la medalla Belisario Domínguez por el senado de la república en 1972 y moriría el 16 de mayo de 1978.

jueves, octubre 14, 2021

Historia de Vida, octava entrega.



    Recuerdo que en muchas ocasiones forzadamente tenía que ayunar, o bien únicamente comer una sola vez en el día, me preocupaba demasiado el hecho de que Doña Nena y Doña Fidela me fueran a correr en cualquier momento. Se me venció otro mes de renta y volvía a caer en lo mismo, no tenía dinero para pagar ni a quien recurrir para que me ayudara, o me prestara para hacerlo. 

    Los muebles en mi trabajo no se vendían, evadía ver a las caseras para que no me fueran a cobrar, o quizás a pedirme que les desocupara, procuraba no pararme en todo el día en la casa, me llevaba mis útiles escolares y de mi trabajo me iba a la prepa. Mi promedio de calificaciones descendió aún más, no tenía la concentración suficiente ni las ganas de estudiar, sin embargo nunca pensé en desistirme de hacerlo. Por las noches cuando llegaba a dormir, pretendía saquear el refrigerador, pero las señoras ya se habían dado cuenta de los faltantes de alimentos y habían reforzado la seguridad poniendo otro candado. Entonces con aquella hambre me sentaba en la cama de mi cuarto, y lloraba desesperado. 

     Transcurrieron los días, y una tarde, aprovechando que algunos maestros no habían asistido a clases, sin darme cuenta y desesperado llegué ofreciendo en venta los muebles hasta una oficina que se ubicaba en la calle de Pedro Moreno, frente a la plaza de armas, justo en el centro de la ciudad, amablemente me pasó el gerente a su privado y después de escucharme, tal vez ya sin muchas ganas de vender, tomó el muestrario y empezó a anotar una lista con una gran cantidad de muebles, si más no recuerdo serían unos quince, preguntándole que si quería un presupuesto de cada uno de ellos, me dijo que no, que ya había tomado los precios y quería comprar todos los que estaba anotando, de contado para aprovechar los descuentos. 

    En esos momentos grité internamente de alegría dándole gracias a Dios por el milagro que estaba obrando en mi vida. Me firmó el pedido y corrí a la mueblería para que me lo surtieran, lo cual también le dio mucha alegría al gerente. Se surtió en dos días, y mi comisión fue de dos mil quinientos pesos, me sentí el hombre mas rico del mundo. La empresa que me había comprado era la estación radiofónica la "HK"  Inmediatamente fui y pagué los dos meses que debía en la casa de asistencia, le mande a mi madre doscientos pesos, y el resto lo guardé para mis gastos. 

     De nuevo empezaba otra vez a intentar vender, el tiempo no perdonaba, en la casa de asistencia seguían corriendo los días y juntándose los meses; llegó otro más y apareció el mismo problema, había que pagarlo. Mi madre me había escrito que mi padre no dejaba el vicio del alcohol y que cada día era más frecuente, que no había dinero para nada, y que la casa estaban a punto de perderla, o mejor dicho, que ya la habían perdido, ya que la habían hipotecado a Carlos Aréchiga y se encontraba ya vencida la hipoteca, Don Carlos les había dado un plazo de gracia para que consiguieran otra en donde vivir. Me decía mi madre que era tanta la necesidad, que mis hermanos cortaban las guayabas de los árboles de la casa y las vendían a Don Lencho Ramírez por cinco o diez pesos, para por lo menos comprar leche. 

     Se avecinaban de nuevo los exámenes finales de segundo año en la preparatoria, por la situación medio estudié para presentarlos, el promedio en mis calificaciones era mucho más bajo pero estaba terminando de esa manera mis estudios de bachillerato. Mi madre angustiada me volvía a escribir, tenían que entregar la casa a Don Carlos Aréchiga y no tenían en donde vivir, ni dinero para rentar una. Entonces me armé de valor y le conteste diciéndole: "Madre, vente a Guadalajara y te rento una casa acá, para ti, y para mis hermanos", a los pocos días me contesto diciéndome que lo había platicado con mi padre y que él no quería irse del pueblo, pero que ella y mis hermanos, si accedían a irse, que yo le avisara lo más pronto posible, en cuanto tuviera una casita en renta, lista para vivir en ella. 

     Me di a la tarea de buscar casa, recurrí a Salvador Villasana Díaz, mi amigo al que constantemente frecuentaba en aquel entonces, y que además éramos compañeros de estudios, le pedí me ayudara a buscar una barata en renta para mi madre y mis hermanos, me gustaba mucho el fraccionamiento en donde el vivía, Mezquitán Country, tenía su domicilio en la calle Compostela, pero me dijo que ahí eran muy caras las rentas, que me recomendaba un nuevo fraccionamiento que se llamaba Colón Industrial, en donde al parecer había muchas casas en renta, y muy baratas. En la primera oportunidad invité a Manuel Aréchiga, paisano, el "Che", quien ya radicaba también en Guadalajara, para que me acompañara a ese fraccionamiento a buscar casa, y así lo hicimos. Recuerdo que era el último en la ciudad, y que estaba ubicado en la zona sur de la misma, junto a la Unidad Deportiva "Adolfo López Mateos", después hacia el sur eran solamente baldíos, y la colonia Lomas de Polanco. 

     Cuando llegamos a ese fraccionamiento la primera calle que recorrí caminando fue "Juan de la Cosa", ahí en el 1358 había una, no tenía anuncio de que se rentara, pero estaba desocupada. Investigando con los vecinos, me informaron que los dueños eran Doña Camila y el señor Estrada, y que tenían una tiendita de abarrotes cerca, por la calle Vasco Núñez de Balboa, de inmediato fuimos, encontrándose ahí las dos mencionadas personas. Les solicité me rentaran su casa, y me preguntaron para qué la quería, les dije que para habitarla junto con mi madre y hermanos; no me solicitaron fiador y de inmediato me la rentaron en quinientos cincuenta pesos, los cuales ahí mismo les pagué. 

     Que alegría ten intensa sentí de ya tener una casa para mi madre y hermanos, y en donde yo también viviría ya con la familia. Le escribí a mi madre para informarle y le pedí se viniera lo mas pronto posible, me dijo que en unos diez días llegaría, en tanto conseguían dinero para hacerlo, para eso les envié doscientos pesos con la finalidad de tenerlos conmigo ya y habitar la casa. Fue así como mi madre y mis hermanos, sin mi padre, llegaron el fin de semana del 22 de agosto de 1972, venían en una troca que los transportó desde Unión de Tula, al parecer por cien pesos de flete. Mis hermanos todos eran unos niños, Rocío tenía 2 años, Rommel 4, Greco 6, Corina 9, Ulises 12, Habacuc 14, yo tenía 16, mi madre 42. Recuerdo que ella traía únicamente cincuenta pesos de capital. 

     Un día antes me había salido por la noche de la casa de asistencia, sin decirles nada, ni a Doña Nena ni a Doña Fidela, tampoco a mis amigos Santiago Delgado y Miguel Díaz, debía un mes de renta y opté por no pagarlo, no ajustaba para hacerlo y el poco dinero que tenía lo necesitaba para mi nuevo hogar, y para mi madre. Jamás regresé a esa casa ni volví a ver a las señoras. A Santiago y a Miguel si, pero ya en otra dirección, a donde después se cambiaron, para seguirlos frecuentando, sobre todo a Santiago. Mi padre se fue a vivir a la casa de su madre, mi abuela Luz Villaseñor, había dicho a mi madre que por unos días, mientras conseguía algo de dinero para irse con nosotros a Guadalajara. 

     Cuando mi madre y mis hermanos llegaron a la casa yo los esperaba en ella, bajaron de aquella troca algunas sillas (de la Corona) una mesa de madera, una cabeceras de acero, unos colchones viejos, y ropa, no había más. Al día siguiente mi madre se levantó muy temprano, habíamos dormido en donde pudimos hacerlo, había una estufa propiedad de los señores arrendadores, pero no había gas, de inmediato compramos un cilindro y ella empezó a preparar unos huevos, me dijo "Hijo ¿cómo te sientes?", y le contesté, "un poco mal, muy cansado, pero contento". 

     Para esas fechas ya tenía cerca de un mes trabajando para Miguel Hernández Guardado, quien vendía casas nuevas en el fraccionamiento Jardines Alcalde, mi puesto era de vendedor, y solamente con comisión, estaba bajo un paraguas esperando clientes para mostrarles las casas y tratar de convencerlos de que las compraran, había de diferentes precios, que oscilaban entre los cien mil y ciento treinta mil pesos, me había prometido el señor Hernández, que me daría un diez por ciento de comisión por casa que se vendiera, y en todo ese tiempo que tenía vendiendo no había podido vender una sola. 

     Tenía cerca de una semana de haber llegado mi madre, y aprovechando el periodo de vacaciones, trabajaba todo el día sin ir a comer a casa. Una tarde llegaron dos ancianitos y me dijeron que les mostrara las casas, les gustó mucho una que costaba ciento veinte mil pesos, pero no completaban el enganche, ofrecían un carro para completarlo, los llevé con el señor: Hernández, y aceptó, se hizo la venta, y yo visiblemente emocionado le solicité mi diez por ciento de comisión, había planeado que con ello comprar muebles para la casa. El tomó seiscientos pesos y me dijo: "Toma tu comisión", yo le dije que no era lo convenido, ya que me había ofrecido el diez por ciento, "es que estas aprendiendo" me dijo, y aparentemente molesto sacó quinientos pesos más y me dijo "toma esto y lárgate, estas despedido", sin responderle nada los tomé y salí de su negocio rumbo a la casa. 

     Nunca me habían despedido de ningún empleo, y menos sin razón, aquel tipo sin duda prepotente y grosero lo había hecho. Llegué con mi madre y se lo conté, se puso triste y me dijo "no te preocupes, Dios te dará otro trabajo, sigue buscando". Con el dinero que me había dado el señor Hernández la íbamos pasando, mis hermanos se inscribieron en la escuela primaria, los más chicos, y en la secundaria Ulises, mientras Habacuc lo hacía en la misma Preparatoria de Jalisco, yo lo había hecho en la Facultad de Derecho de la U. de G.  Entre tanto seguí buscando empleo y me coloqué en Cristalerías Cuervo, estaban en el centro de la ciudad, había que llevar loza y cristalería de la tienda a una bodega que se encontraba como a cinco cuadras, lo hacia en un diablito, era bastante pesado, el horario era de las 9:00 AM a 3:00 PM y el sueldo era de ciento cincuenta pesos semanales, en ese mismo trabajo coloqué a mi hermano Habacuc. 

Cuando se iniciaron las clases en septiembre pretendía continuar con el mismo trabajo, pero el señor José Cuervo me dijo "Muchacho tu no eres para este tipo de empleo, te voy a despedir, sigue estudiando", y me dio un mes de sueldo de indemnización. Las clases en la Facultad de Derecho ya se habían iniciado, el horario de las mismas era muy complicado, de: 7:00 AM a 10.00 AM y de 4:00 PM a 7:00 PM. No había suficiente espacio para poder trabajar. Me levantaba a las 6:00 AM me desayunaba un vaso con leche, y mi madre me acompañaba a la vuelta de la esquina, en donde caminaba por toda la calle 3 de la zona industrial hasta la de 8 de Julio, ahí tomaba mi camión norte y sur, que me dejaba en la esquina de la escuela. 

     Una de las primeras clases era la de Teoría del Proceso, impartida por el Licenciado Sócrates Eloy, quien era demasiado puntual, exactamente a las siete de la mañana nombraba lista de asistencia y quien no estuviera no le condonaba la falta. Cuando salía de la escuela seguía buscando empleo, iba y dejaba solicitudes en diferentes empresas, tendría que ser de vendedor, puesto que otro trabajo diferente se complicaría por el horario de clases. Transcurría el tiempo, llegó el primer mes de renta de la casa y pude pagarlo con lo que tenia ahorrado y con lo que me dieron en Cristalerías Cuervo. Mi hermano Habacuc se empleó en una imprenta en el centro de la ciudad, y con lo poco que le daban ayudaba a la casa y para sus gastos en la Preparatoria. 

     Sin duda mi posición en mi familia era semejante a la de un buen padre, ya que como hermano mayor había adquirido el compromiso de pagar renta, alimentos, vestido, de mi madre y de mis hermanos. El dinero se agotaba y a la puerta se asomaba una fuerte crisis económica, sin empleo, todo se tornaba muy difícil. Conforme pasaban los días, y aunado a que nadie me llamaba para trabajar, llegamos al extremo de no tener casi ni para comer, el agua potable mi madre la tenia que traer en un cántaro en la cabeza y un balde en la mano desde la llave, que se encontraba por Avenida Colón, a la entrada de la puerta de la Unidad Deportiva, esto es como a unas cuatro cuadras aproximadamente. Llegué al extremo de no tener dinero para mis camiones y me venía caminando desde la Facultad de Derecho a la casa porque me daba vergüenza pedir a mis compañeros para el camión. Fueron muchas las noches que no había que cenar, y por las mañanas no teníamos qué desayunar, a medio día unos vecinos que vivían al lado de la casa, Don Alfonso Alemán (Hermano de Julio Alemán) y su esposa Lupita, le llevaban comida a mi madre, y de esa comíamos todos, en otras ocasiones con algo que aportaba mi hermano Habacuc. 

     Mi padre no nos enviaba nada, en el último de los casos deseábamos que se viniera con nosotros, ya que mi abuela, le escribía a mi madre diciéndole que no dejaba de tomar a diario y su comportamiento dejaba mucho que desear, eso le mortificaba mucho a mi mamá. Antes de navidad fui a Unión de Tula a visitarlo, tenía rentado, junto con Don Javier García, un cuartito por la calle México, junto a la tienda de Don Luís Ramírez, en donde tenía una maquina de escribir y ofrecía sus servicios como escribano y litigante de asuntos penales. Le insistía en que se fuera a Guadalajara, con nosotros, y siempre la contestación era "más delante, allá les caigo", pero no me daba dinero. En la casa la situación se fue complicando, y se me juntaron dos meses de renta, hablé con Doña Camila y su esposo, y decidieron esperarme siempre que no se juntaran tres. 

     Pasé junto a mis hermanos y mi madre una navidad muy triste y pobre, apenas si pudimos comprar un pollo para todos, y lo que nos llevó Don Alfonso Alemán y esposa, eso cenamos; de igual forma pasamos el año nuevo. A principios de enero de 1973 tomé de la mano a mi hermano Ulises, quien tendría unos doce años, y le dije "vente te voy a llevar a conseguirte trabajo", llegamos al centro de la ciudad y me dirigí a la tienda Blanco, pregunté por el gerente, y me dijeron que era Don Bernardo, era un tipo alto blanco y con acento español, Don Bernardo, le dije, somos de un pueblo llamado Unión de Tula, Jalisco, y tenemos mucha necesidad de trabajar, ¿podría ayudarnos?, al parecer le gustó la forma como se lo dije y en voz alta dijo "para ti ahorita no hay vacantes, para tu hermanito llévalo allá a las cajas registradoras, y que ahí se quede de “cerillito” envolviendo compras, por lo que le den". 

     Fue así como mi hermano Ulises se quedó, y ahí siguió trabajando por algunos años, después él llevó a mis hermanos Greco y Rommel y los colocó laborando en lo mismo, hasta la fecha este ultimo continúa en lo que después de Blanco fue Gigante, y ahora Soriana, se desempeña actualmente como Gerente de una de las tiendas. Yo no dejaba de presentar solicitudes de empleo, para finales de enero de 1973 llevé una a una empresa que ni me fije a qué se dedicaba, la muchacha encargada, muy guapa por cierto; Hilda Aguirre, quien fue quien me atendió, me dijo "te vamos a enviar un telegrama contratándote", le dije que lo esperaría con mucho gusto (La mayoría de las empresas decían lo mismo) .

     A principios de Febrero, al llegar de la escuela me dijo mi madre "hijo, te llegó un telegrama", al abrirlo decía: Favor preséntese mañana 8:00 AM Washington 1165 Vyasa, contratado puesto trabajo. De momento no me acordaba que empresa era, haciendo memoria recordé a Hilda, si había cumplido lo que me dijo. 

    Inmediatamente pensé que perdería una clase al ir, (La de 8:00 AM a 9:00 AM) pero decidí que así fuera, debido a la gran necesidad económica que tenía. De la primera clase, la del licenciado Sócrates Eloy, me salí 15 minutos antes de que terminara, tomé mi camión y llegué, casi puntual, a mi cita de trabajo, serían aproximadamente las 8:10 AM.  Ahí mismo se encontraban cinco personas más esperando, al parecer también por el trabajo, nos concentraron en un patio, y de una puerta de acceso a las oficinas salió el señor Carlos Estrada para informarnos que habíamos sido contratados como vendedores de llantas de la marca General Popo, que por ocho días se nos daría un entrenamiento pagado en almacén, para conocer el producto. Posteriormente quien decidiera quedarse tendría como base el salario mínimo, mil cincuenta pesos mensuales, pero que a la empresa no le interesaban vendedores de salarios mínimos, sino que de las comisiones devengadas se pasara ese tope y aún mucho más. Se nos ofreció para el primer lugar de ventas mensuales un bono por ochocientos cincuenta pesos.

 (Continuará) 
Lic. Hermán René Real 

martes, octubre 12, 2021

Archivo del Maestro Julián Villaseñor Mejía (Entrega número 4)

 

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Credencial Partido Cooperatista Nacional


Breve contexto:

    Además de distintos avances en materia de justicia social, como la igualdad entre los individuos y su libertad, el acceso a la salud y la educación, las garantías a los pueblos indígenas o el dominio del Estado sobre los recursos naturales de la nación, la firma de la Constitución de 1917 sería fundamental para el establecimiento de los derechos políticos del ciudadano, como serían las prerrogativas de votar y ser votado o la libertad de manifestación de las ideas y de asociación. La nueva carta magna alentaría la creación de partidos políticos al reconocer tanto en su artículo 9o como en el 35to, fracción III, el derecho de los ciudadanos para asociarse y tratar los asuntos políticos del país. 

    Un año más tarde, el 1ro de julio de 1918, el entonces presidente Venustiano Carranza expediría una nueva Ley Electoral, de esta surgirían bastantes agrupaciones partidistas debidamente apegadas a la legislación, algunas de cobertura nacional y otras regionales, con principios y plataformas bien definidas, en contraposición, y dado el álgido contexto político y social aún imperante, serían así mismo organizaciones sobre las cuales los caudillos de la revolución y los caciques regionales tendrían fijados sus objetivos.

     Muchas de estas agrupaciones no lograron trascender y otras se mantuvieron activas un poco más de tiempo, entre estas últimas cabe destacar las siguientes: el Partido Liberal Constitucionalista (1916), el Partido Socialista del Sureste (1918), el Partido Laborista (1919), el Partido Comunista Mexicano (1919), el Partido Nacional Agrarista (1920), la Alianza de Partidos Socialistas (1920) y el Partido Nacional Cooperativista (1917). 

    Importante señalar que en la era de los caudillos todos los partidos políticos chocaron con el jefe del ejecutivo en turno, entraron en crisis e inclusive desaparecieron cuando pretendieron zafarse de su dependencia.

     El Partido Nacional Cooperatista se fundó un el 7 de agosto de 1917 en la ciudad de México por un grupo de estudiantes de jurisprudencia, en sus primeros años alcanzaría algunos triunfos electorales, pero tendría su auge durante el período de 1920 a 1923, cuando se convirtió en uno de los grandes pilares del gobierno obregonista en su lucha por contrarrestar la creciente influencia de un bastante vigoroso Partido Nacional Constitucionalista. 

     En sus postulados el PNC establecía al cooperativismo como la solución a los grandes problemas económicos del país, pugnaba por la nacionalización de toda la tierra y de las grandes industrias de servicios públicos, la ampliación de la educación pública y la proclamación del principio universal de la no intervención. A pesar de ser catalogado como de perfil católico y conservador, ya que se integraba por miembros de la clase media mayoritariamente, en sus filas desfilaron varios de los hombres destacados del régimen revolucionario. 

    El profesor Julián Villaseñor Mejía, entonces diputado de la XXVIII legislatura federal por Jalisco, se integraría en 1920 al Partido Nacional Cooperatista, en donde sería designado delegado por su estado (ver fotografías). Obregonista manifiesto desde su incursión en la política como diputado local en la XXV legislatura local, Villaseñor Mejía sería parte de esos grupos surgidos desde los diferentes legislativos para apoyar la candidatura del general Álvaro Obregón a través de estas nuevas organizaciones partidistas.  

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     Tiempos de una naciente vida democrática y a la vez tiempos de caudillos. A pesar del nuevo ordenamiento constitucional, las pugnas revolucionarias continuaron, y el general Álvaro Obregón, mediante la rebelión de Agua Prieta del 23 de abril de 1920, desconocería al presidente Venustiano Carranza, accedería al poder, y tras un breve interinato de seis meses del General Adolfo de la Huerta, convocaría a nuevas elecciones, en donde saldría victorioso obteniendo 1,131,551 votos, el 95.78% de los sufragios. 

     La campaña electoral de Obregón sería apoyada por incipientes partidos de esa época, el Partido Nacional Agrarista, el Partido Laborista Mexicano, el Partido Liberal Constitucionalista y el Partido Nacional Cooperatista. 


Referencias:

Femat, Ramírez, R. (s. f.). Los partidos políticos, antecedentes. https://www.corteidh.or.cr. Recuperado 12 de octubre de 2021, de https://www.corteidh.or.cr/tablas/5274.pdf

Mc Gregor, J. (2021, 10 febrero). La derecha mexicana en los años veinte: tradición católica y conservadurismo | Revista de Historia de América. https://revistasipgh.org/. https://revistasipgh.org/index.php/rehiam/article/view/636/1595

Castro Martínez, Pedro. (2012). Los partidos de la Revolución: del Partido Liberal Constitucionalista a los albores del Partido Nacional Revolucionario. Polis8(2), 75-106. Recuperado en 12 de octubre de 2021, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-23332012000200004&lng=es&tlng=es.


    

miércoles, octubre 06, 2021

Historia de Vida, séptima entrega.

 


    Cuando llegué a esa dirección había no menos de cuarenta muchachos en fila esperando ser entrevistados, me formé y al cabo de cerca de dos horas llegué hasta un privado y me entrevisté con el señor Rodolfo Galindo, quien era el gerente general, me dijo que la oficina era una agencia de publicidad, que el puesto de "office boy" ya había sido contratado, pero después de observarme detenidamente sorpresivamente me dijo que si me interesaba trabajar como vendedor, el puesto era mío, a lo cual inmediatamente le pregunté qué producto era el que iba a vender, me dijo que esa oficina era una de publicidad, y lo que se promocionaba era eso, precisamente la venta de publicidad, que básicamente consistía en vender publicidad impresa en los medios gráficos, como el periódico y anuncios en diferentes promocionales como luminosos e impresos. 

    Me pareció algo muy difícil de realizar, y en ese momento le comenté al señor Galindo que mi experiencia en ese tipo de ventas era totalmente nula, pero que sí me interesaba debido a mi gran necesidad económica. Me explicó que durante un mes me daría un pequeño sueldo semanal, para capacitarme, y una vez transcurrido ese tiempo únicamente me pagaría el 10% de comisión por ventas realizadas, con lo cual estuve de acuerdo. Me presente al día siguiente a las 9:00 AM, ya estaba ahí una secretaria cuyo nombre no recuerdo, noté que era muy inteligente. Me pidió que me sentara en la recepción y esperara a que el señor Galindo me recibiera en su privado. Poco tiempo después llego un señor un poco robusto que aparentaba ser bonachón, era; Juan Montiel, socio del señor Galindo, este me instruyó acerca del producto que iba a vender, dándome algunos prospectos ubicados por la zona de Avenida Chapultepec, y Vallarta. 

    Sin más que una lista de precios, y aún sin tarjetas de presentación, ese mismo día salí a la calle en busca de ventas, disponía hasta las 2:00 PM para hacer alguna. Al transcurrir de las horas, y después de visitar no menos de diez prospectos, no cerraba ninguna venta, me conformaba que era el primer día y parecía lógico que no vendiera. Así fue toda la semana, únicamente había promesas de compras diversas, como publicidad impresa, pero nada concreto. Llegado el sábado rendí un informe por escrito al señor Galindo, y asentando la cabeza lo aprobó no muy contento, ya que, dijo, era el único vendedor que había, (no sé si lo hizo a manera experimental, porque pudo tener varios). 

    Me pagó la compensación que me prometió, eran doscientos pesos, inmediatamente les pagué a mis abuelos mi semana y le mandé a mi madre cincuenta pesos, el resto era para mis estudios y gastos. En la segunda semana de trabajo, y si mal no recuerdo a media semana, cayó una tormenta con vientos muy fuertes, había dejado una de mis tarjetas de presentación en un negocio que se ubicaba a un costado de Telmex, por avenida Vallarta, a dos cuadras de Chapultepec, en aquel entonces Lafayette, el negocio se llamaba "Aunt Jemima", cuando pasé caminando la siguiente mañana frente al mismo, ya que era mi vía para llegar a mi trabajo, vi que el anuncio luminoso de ese negocio estaba tirado hecho pedazos en el suelo, al llegar a la oficina, en la recepción estaba una pareja de ancianos,  dijo el señor Galindo que me esperaban, inmediatamente les pregunte para que me querían, eran los de ese negocio (no los recordaba, a pesar de haberles dejado una tarjeta de presentación), me dijeron que necesitaban el anuncio que la tormenta les había tirado, los pasé al privado de mi patrón y ahí se los cotizó en siete mil pesos, con lo cual estuvieron de acuerdo, y lo pagaron anticipadamente, prometiéndoles el señor Galindo entregárselos en ocho días. 

    Cuando estas personas salieron de la oficina, el señor Galindo tomó setecientos pesos, y me los entregó, me dijo; es tu comisión y es la primera, espero que haya muchas más como esta o mejores. Me parecían millones aquellos cientos, les di a mis tías, ya que tenía algunos atrasos con el pago de mis semanas, y en la primera oportunidad fui al pueblo y le llevé dinero a mi mamá, para ella y mis hermanos. Ya no hubo ninguna otra venta de esa magnitud, 

    Entre los clientes que recuerdo que tenía en aquel entonces estaban "Constructora Autlense", con el Ing. Pelayo al frente, restaurante "Los Otates", por Avenida Américas, "Centro de Idiomas", en Avenida Hidalgo y Américas, y otros. Al cabo de unos tres meses el señor Galindo, quien tenía un hermano en una cadena radiofónica en la ciudad de México, DF tuvo que irse a apoyarlo, y se quedó el señor Juan Montiel al frente de la agencia, no tardo más de quince días en cerrarla, prometiéndome que pronto abriría otra, lo cual nunca sucedió. 

    En mis estudios iba muy bien, claro mi promedio había bajado ya que por mi trabajo, mi atención no era la misma, y generalmente tenía que estudiar de noche. Ingresaba a clases a las 3:00 PM y salía a las 9:00 PM, tomaba mi camión en la esquina de la calle San Felipe, y este me dejaba a una cuadra de la casa de mis abuelos. Recuerdo que cuando llegaba, con aquel apetito y ganas de comerlo todo, únicamente se me daba un vaso chico con leche y pocos frijoles refritos, con unas dos o tres tortillas. Terminando de “cenar” me iba a estudiar, y preparar las tareas que dejaban algunos maestros (la mayoría), o también estudiaba para los exámenes, cuando era tiempo de presentarlos, era muy difícil, había que luchar, y hacerlo con mucho empeño y decisión. Me favorecía la ausencia de maestros a clases, y ante la misma, era menos tarea que preparar. 

    Se acercaban los exámenes finales, y no tenía todavía otro trabajo, me sostenía con los setecientos pesos que había ganado y de algunas otras comisiones. Mis ahorros no pasaban de dos mil pesos, debido a mis gastos, como ropa, camiones, pago a mis abuelos, las sumas que enviaba a mi madre, etc. Me había abstenido de comprar libros, únicamente tenía el de biología, los demás los consultaba en la biblioteca de la escuela, o bien en la del Estado. También lo hacía con algunos compañeros, pidiéndoselos y sacándoles copias. Cuando presente los exámenes, todos ordinarios (ningún extraordinario), me fue muy bien, a excepción de álgebra, ya que no pude estudiar para dicho examen porque había llegado de Unión de Tula a visitarme mi hermano Habacuc, y lo llevé a pasear al parque Agua Azul, que antes también funcionaba como zoológico, en la referida materia obtuve un 65, lo que me descompensó con las otras, no obstante mi promedio era de cerca de 85. 

    Terminado el primer año de preparatoria mis tíos y abuelos, pero principalmente mi tía Alida (+), me llamaron y me dijeron que ya no me podían tener en su casa para el segundo año. La noticia me consternó causándome tristeza, y también sorpresa, no podía creerlo, por qué me expulsaban de su casa si no había fallado ninguna vez con el pago semanal, no llegaba tarde, tampoco les estorbaba, dormía en el suelo, en un tendido para no incomodar con el espacio que era pequeño en cada recamara, mi única diversión era el cine, cada ocho días, o a veces cada quince. Sin embargo digerí la noticia y con toda serenidad se las comunique a mis padres, no sin antes darme a la tarea de buscar una casa de asistencia en donde pudiera continuar viviendo. 

    No recuerdo cómo, pero me enteré de que en una, que se ubicaba en la calle Donato Guerra numero 6, esquina con Morelos, vivían ahí asistidos Santiago Delgado Mejia (Chago) y Miguel Díaz (El negro), ambos paisanos, el primero hijo de Don Santiago Delgado, el ex telegrafista, y el segundo, de Don Jesús Díaz, padre de Jaime y de Pepe(+).  Sin que ellos lo supieran fui y pregunté por el dueño de la mencionada casa, eran dos ancianitas hermanas, Doña Nena y Doña Fidela, me recibieron muy cortésmente y me preguntaron que quién me había recomendado con ellas, informándoles inmediatamente que Santiago y Miguel (aunque no era cierto), me indicaron que únicamente tenían un cuarto, y era compartido con otro estudiante, me rentaban a seiscientos pesos mensuales, con derecho a las tres comidas, lavada y planchada de ropa. 

    Me mostraron el cuarto, se ubicaba hasta el final y a la derecha de un pasillo en la planta alta de la casa, a la cual se accedía por una gradas en forma de caracol, con puerta a la calle. Todas las habitaciones que se rentaban se encontraban en esa área de la planta alta, algunas con ventanales a la calle. Así mismo me indicaron las reglas internas y los horarios de las comidas, así como la exigencia de la puntualidad en el pago de las mensualidades. De inmediato acepté y les entregué la suma de seiscientos pesos, por concepto del primer mes pagado en forma adelantada. Mi padre me había prometido venir en cuanto le avisara que ya tenia en donde vivir, fue así como al los dos días llegó, acompañándome a la casa de asistencia, en donde platicó con las dueñas y me recomendó con ellas. Ya estaba instalado en esa casa, les había dado las gracias a mis abuelos y tías, algún resentimiento me aquejaba, pero con el tiempo lo fui venciendo. 

    Santiago y Miguel estaban instalados por el mismo corredor que conducía a mi cuarto, pero en otro que se encontraba más alto, al cual se llegaba por una escalera de materia, fui y me presenté con ellos, se sorprendieron mucho de que yo estuviera viviendo en ese mismo lugar, y les pedí de favor, si las dueñas acaso preguntaban, dijeran que me habían recomendado. Al día siguiente del que me instalé conocí a mi compañero de cuarto, Pepe Casillas, de San Miguel El Alto Jalisco, estudiaba también la prepa, como yo, pero en la Vocacional de la U. de G. Nos identificamos y nos hicimos grandes amigos (hasta la fecha, es odontólogo, y radica en su pueblo), no duró mucho tiempo compartiendo el cuarto con el de la voz, ya que junto con su hermano ("El Charro", que rentaba otra habitación) se cambiaron a vivir a otra casa, con unos familiares. 


    Me encontraba en los meses de julio-agosto de 1971, y de nuevo, ya casi sin dinero, y sin trabajo; había que conseguirlo, y de prisa. Comencé a presentarme en diferentes lugares, llenado solicitudes, sin tener ningún éxito inmediato, ya habían iniciado de nuevo mis clases, ahora en segundo año. Había pagado otro mes de renta de la casa de asistencia, y estaba corriendo el siguiente, demasiado preocupado pensaba en emplearme en el trabajo que fuera, pero únicamente por las mañanas, fue así como llegué a una empresa que se llamaba "Rodhers", se encontraba por la avenida 16 de Septiembre, el dueño era hermano del de otra empresa similar denominada "Rodygan". Me entreviste con él y me dio el puesto de vendedor de muebles para oficina, sin sueldo, únicamente comisiones, el cual de inmediato acepté.

     Empecé a tratar de vender, solo con un muestrario que tenía las fotos de los muebles, y visitando negocios y oficinas, fue así como recorría todo el centro de la ciudad. Ya se había vencido el siguiente mes de renta de la casa de asistencia y no tenía para pagarlo, ni tampoco lograba vender ningún mueble, la situación era desesperante. Recuerdo cuando ya debiéndoles a Doña Nena y a Doña Fidela, me senté a la mesa a comer, y delante de mis amigos y otros estudiantes, las señoras, me levantaron de la mesa, y me dijeron que a mi no me servirían de comer porque les debía un mes de renta. Totalmente avergonzado me fui al mercado Corona, que se encontraba a tres cuadras del domicilio de la casa de asistencia, y busqué que comer, traía en mis bolsillos no más de quince pesos, y ese era todo mi capital. 

    Los días que siguieron fueron todavía más duros, tuve que ir a San Juan de Dios a vender un reloj que tenía, por el cual me dieron treinta pesos, y con eso comía en donde podía hacerlo. Por las noches junto con Santiago Delgado, quien me acompañaba, violaba el refrigerador de la casa de asistencia, lo hacía con un desarmador, y me llevaba queso y leche. En esos momentos abrigaba alguna ligera esperanza de que mi padre me enviara algún dinero, lo más triste fue cuando él, junto con el Profesor Jesús Beltrán (Periquito), me visitaron, al ver que llegaban me emocioné mucho, y pensé que posiblemente tenía resuelto mi problema del pago de mi renta. Mi sorpresa fue mayor, cuando escuché que mi padre me pedía cincuenta pesos, prestados. 

    Como viera que no obtenía ingresos en mi trabajo, y la renta avanzaba, pudiéndose juntar dos meses atrasados, visité a mi tía Mercedes Villaseñor Fletes, quien viva por la calle de Industria, y a quien en repetidas ocasiones mi padre recurría en busca de alguna ayuda económica, y se la daba. Ella era hermana de mi abuela paterna Luz Villaseñor Fletes, cuando le pedí de favor que me ayudara a pagar mi mes de renta vencido, accedió y con mucho gusto fue personalmente a mi domicilio, y les entregó el dinero a las señoras Doña Nena y Doña Fidela. No me apoyó con más dinero, únicamente con ese mes de renta. 

    Continué tratando de vender, nadie compraba nada, los días pasaban y mi desesperación e inseguridad de continuar en la casa de asistencia crecían. 

Continúa en la octava entrega.

Lic. Hermán René Real

martes, octubre 05, 2021

Archivo del Maestro Julián Villaseñor Mejía (Entrega número 3)

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Oficio interinato biblioteca pública 

 Se lee:

El C. Gobernador y Comandante Militar del Estado, General Manuel M. Diéguez, 
en acuerdo de hoy, ha tenido a bien nombrar a usted 
Oficial interino de la Biblioteca Pública de esta ciudad,
en substitución del C. M. Paredes Ibarra. 
Lo que comunico a usted para su conocimiento y efectos consiguientes.


 CONSTITUCIÓN Y REFORMAS. 

Guadalajara, Jal. Julio 16 de 1914. 

El Srio. de Gobierno y de la C.M. 
Manuel Aguirre Berlanga 

 Al C. Prof. Julián Villaseñor Mejía. 
Presente. 


 Breve contexto: 

    Después de que el día 8 de julio de 1914 hicieran su arribo triunfal en la llamada "Toma de Guadalajara" las tropas constitucionalistas, hecho que significaría la derrota total del usurpador Victoriano Huerta, el presidente de la república Venustiano Carranza nombraría gobernador del estado interino al oriundo de Jalisco, general Manuel Macario Diéguez, quien junto a Álvaro Obregón comandó a dichas tropas. 

     Al recién nombrado gobernador le resultó difícil poner en marcha su administración, ya que en la ciudad sufría del acoso soterrado tanto de un amplio sector de la sociedad, como de los miembros del disuelto partido católico nacional PCL (hasta aquel momento en el gobierno), y del clero. De inicio a su llegada ordenó la disolución de los poderes legislativo y judicial e inició con la renovación de los funcionarios estatales y municipales, lo que generó una importante escasez de recursos humanos en todos los niveles de la administración pública. 

    Se incorporaron en su gobierno un gran número de profesionistas, doctores, ingenieros, abogados, inclusive empresarios, y sobre todo maestros; en general cuadros comprometidos con la revolución. Señalar que aquellos quienes aceptaban integrarse al nuevo gobierno tenían que jurar tanto ante la Constitución federal de 1857 como ante la Constitución local, y sobre todo acotar la situación de que, apenas realizaban el compromiso, los nuevos funcionarios eran acosados por la iglesia, tanto en el púlpito como en el confesionario, los sacerdotes les exigían que se retractaran so pena de ser excomulgados. 

     Ante esto, el gobernador expediría el 17 de agosto de 1914 el decreto número 15 que imponía penas de seis meses de arresto y multas de cien a mil pesos a todo funcionario que, habiendo jurado la Constitución “ocurriere ante los ministros de cualquier religión a retractarse de haber protestado, sea verbalmente o por escrito”, de igual manera a aquel que al tomar cualquier cargo público “se hubiese comprometido ante cualquier ministro de la Iglesia a promover la derogación de una ley o desobedecerla”. 

    En aquel escenario era nombrado encargado de la biblioteca pública de la ciudad de Guadalajara el maestro Julián Villaseñor Mejía, quien para aquel entonces era prefecto de la escuela normal de profesores de Guadalajara y había sido maestro y director en la población de Cuautla, Jalisco, maestro y director en La Barca, Jalisco, y posteriormente maestro y director en diferentes planteles de la capital del estado. 

Continuaba su carrera como funcionario e iniciaba su carrera política.


Referencias: 

Aldana Rendón, M. (2019, 1 junio). La construcción del proyecto social de la revolución mexicana. Estudios jaliscienses. http://www.estudiosjaliscienses.com/wp-content/uploads/2019/06/97-La-construcci%C3%B3n-del-proyecto-social-de-la-revoluci%C3%B3n-mexicana.pdf