PRIMERA ENTREGA
"El viento de la nostalgia sopla, y lo hace fuerte y a la cabeza. Sin embargo una luz se ha encendido en mi vida, en mi camino: Alúmbrame Oh Dios de la Misericordia, Oh Santo de Israel, acógeme en tus alas permanentemente, ahí habitaré, ahí dormiré, de tu palabra comeré, de tu gracia saciaré mi sed. Señor Jesús, mora en mi corazón, es tuyo, de continuo te alabaré padre Santo.
Mi Dios, tú conoces mi andar, mi estrada y mi salida, mi principio y mi fin. Me tienes aquí con un propósito, dame sabiduría de lo alto, de tu espíritu Santo, para amarte con todo mi ser, y para servir al prójimo, mientras estoy aquí en la vida.
Ven espíritu Santo, consolador, dame de tu sabiduría de lo alto, guíame en la vida, ábreme puertas y ventanas, y cierra las que tengas que cerrar a mi paso. De tu gracia recibo Dios mío, Jehová Rey de los Ejércitos, bendito seas, para ti es mi vida, mi espíritu y mi alma, todo mi ser, mi corazón te entrego, derrama tus bendiciones en mi vida en mi camino, para que yo sea el instrumento que bendiga a otros, empezando por mi familia, donde me plantaste como guía y administrador, no permitas que fracase en esa encomienda, para tu honra y para tu gloria, te alabaré de continuo padre santo. Me arrepiento de haber pecado contra ti, y solo contra ti. Perdóname, endereza mi vereda, con la luz y la misericordia de tu hijo nuestro señor Jesucristo, y por él y para él, como mi único salvador, ven y quédate en mi corazón, mora en él, te lo ruego padre en el nombre de tu amado hijo Jesús. Gracias"
Hijo, hijas, Anita, esposa mía:
Desde hace algún tiempo he deseado escribirles estas líneas, en ellas van mi realidad, mi alma, mi circunstancia, mi ser.
Con el paso de los años, y las múltiples reflexiones, vivencias, experiencias, sueños, realidades, proyectos, deseos, fracasos, éxitos, amarguras, decepciones, alegrías, que forman parte de mi ser, de mi vida. Me proyecto al desahogo, al testimonio, al ejemplo, al recuerdo, en esta escritura.
Los valores de mi vida son tan palpables, y notorios, como lo ha sido mi entrega, mi tenacidad, mi trabajo, mi estudio, mi afán de ser y poder, aun sin estar en ese ámbito. Pero al fin y al cabo; esfuerzos, luchas continuas, la mayoría mal enfocadas, porque me ganaba la necesidad, y desatendía mis valores, mi familia, llevándola al riesgo a la desesperación, por allegarme los satisfactores, y situarme aunque nadie me lo había pedido, en una posición que en lo personal consideraba buena, o dentro de los términos medios, que yo mismo calificaba.
Sentado en la peluquería de Pepe y Jaime Díaz, que se ubicaba en aquel entonces en la calle Puebla, frente al jardín principal, de mi pueblo Unión de Tula Jalisco. Tendría unos 11 años, me disponía a jugar damas Chinas, lo cual era algo novedoso en mi vida, y en la de muchos. Recuerdo que mirando al cielo, y exactamente al Oriente, me pregunte si llegara a vivir en el año 2000, tendría más de 40 años, era algo remoto, lejano, incierto, y quizás esperado. No pasaba por mi mente tener una familia, tenerte a ti, a tus hermanas, como mis hijos, y a tu mamá como mi esposa. Era algo muy prematuro.
Hoy siento ese recuerdo, como algo que tiene un color, que está vivo, ya que puedo activarlo, y ubicarme de nuevo allá, en aquellos momentos, y en aquella fecha. Es un instante ahora, ayer fue un momento, tenía medición cronológica, estaba supeditado al tiempo, desconocía su futuro, simplemente vivía en el mismo, y en los que continuarían.
Pero puedo estar en el pasado, y también en el futuro, hice a un lado el tiempo, ya no puedo someterlo a su medición, simplemente ya fue cronometrado. Hoy flota en mi ser, está ahí guardado, como están muchos más, y puedo percibirlo.
Son miles de recuerdos, simplemente eso, no pueden tocar ni estar en la escala de los valores actuales, ya lo hicieron en su tiempo, hoy ya no son los mismos, lo que se veía bueno o malo en aquellos tiempos, tal vez ya no lo sea, y haya traspasado las barreras, de las circunstancias establecidas, de la resonancia en la sociedad, de la Norma impuesta o quizás transpuesta en el ámbito de la Legalidad, concebida esta como la que regula la Justicia, el dar a cada quien lo que es justo y equitativo, dentro de ese marco, de ese parámetro, que tiene la esencia de ser modificable, y moldeable, en concordancia con los tiempos, y las necesidades, que no son ni serán otras que las que la misma sociedad impone, en aras del beneficio colectivo.
Doy gracias a Dios, y a mis padres: María Elena, y Herman, porque he nacido en esta época, en este país, en este Estado, en esta población, en esta familia, y con salud. Por ello, MUCHAS GRACIAS.
Que hermoso es nacer en la pobreza y en un pueblo como el mío, en medio de la disolución familiar, al amparo del amigo, bajo la gratitud del vecino. Octubre 23, 3:30 AM calle Jalisco, Unión de Tula, misma entidad, la casa de Javier Zaragoza y Olivia Amaral, (+) la partera Doña Chuy, cuñada del señor cura del pueblo Jesús Gutiérrez, un testigo, el perro Caiko, como la mayoría fieles, echado a un lado de la cama, en donde me parió mi madre. Las cosas así se dieron, debido a un enojo entre mi padre y mi abuela Luz Villaseñor, madre de este, precisamente unos días antes del alumbramiento. Ante la urgente necesidad, y precisamente en la cantina de Don Lorenzo Ramírez López, (+) mi padre al platicarle a Javier Zaragoza (+) tal evento, este respondiendo con su amistad me brindo su casa provisionalmente para que yo naciera. En ella vivía con su familia, su esposa, y sus hijos: Javier, María Luisa, (+) Carlos y Pedro.
Muestras de gratitud no se hicieron esperar, al día siguiente del alumbramiento, Salvita Villaseñor (+) y esposa, Doña Leovigildo (+) casada con Don Ramón Aréchiga, (+) Estelita Kramer, (+) Doña Rosario Arias, entre otros, se hicieron presentes llevando regalos a mi madre y al de la voz. La familia de Olivia, y Don Javier, (+) nos acogían, en medio de su amabilidad y Don de gentes. Nada en cuanto atenciones le faltó a mi madre. Por ello a todos ellos muchas gracias, Dios los bendiga por siempre.
SEGUNDA ENTREGA
Así fue mi infancia, en mi pueblo Unión de Tula: Soy el hijo Primogénito, del matrimonio de mis padres, recuerdo que mi papá: Herman Real Villaseñor (Alias "La Pitarra") rentó en varias ocasiones casas en el pueblo, en donde vivíamos, transcurriendo así mi infancia. Primero vivimos en la que perteneció a "Doña Genoveva" por la calle Puebla, que se ubicaba cerca a la de Fernando Villaseñor y Sixta Estrella, ahí nació mi hermano: Habacuc. Luego nos mudamos a otra que rento mi padre a: Don Jesús Oliva, (+) ubicada por la calle Jalisco, ahí nació mi hermano Ulises.
Recuerdo a Don Jesús Oliva, como un hombre muy parco, comerciante, casado con Doña Lola (+) y padres de Mina, (+) Laura, y Alicia, tiempo atrás había muerto su hijo mayor, al parecer de leucemia. Después pasamos a habitar la casa en renta propiedad de Don Simón Topete, también ubicada por la calle Jalisco, de la que se decía que ahí se encontraba dinero enterrado, (cuando la deshabitamos la rentó un mecánico Chilo, y en los chiqueros los mismos puercos que engordaba, con la trompa sacaron el tesoro). Fue en ese tiempo, cuando me transformé a la edad de seis años en comerciante, puse una mesita por fuera de mi casa, y vendía dulces entre ellos: natillas, de la marca dulces Montes, bombones, chicles Adams, unos muy chiquitos que les llamábamos Yucatecos, borrachitos, y otros más.
Vendía también agua fresca, que mi madre me preparaba. Puse a mi hermano: Habacuc, y a un amigo Armando Amaral, (Alias "El Taco") con dos charolas, (De la Corona) a vender casa por casa. De las ganancias me gustaba ir a comprar dólares con Don Guadalupe Arias, el comerciante más importante en aquellos tiempos. Tenía una tienda muy grande en el portal del pueblo, se llamaba las 3 AAA, y ahí vendían de todo, abarrotes, ropa, telas, zapatos, loza, y cambiaba dólares en billetes y documentos por pesos. Que tenía ese hombre que no tuviera yo, los dos éramos comerciantes, practicábamos el comercio, yo compraba y vendía, él también.
Él compraba divisas norte americanas, yo también, él se preocupa más por su negocio, yo también, el tenía que pagar más a sus proveedores, yo únicamente surtir unas pocas cajas de dulces, él tenía que cuidar su imagen era el "Don" yo no, simplemente era un niño. También me volví bolerito, mi primer cajón para "dar grasa" me lo vendió en $ 7.00 Siete pesos, Don Alfonso Reyes, hermano de Javier, el primero tocaba el clarinete en la banda de música del pueblo, mi padre le decía: "La zumba" Y el segundo tenía el oficio de carpintero, casado con Virginia Ramos. (La mama de Don Javier se llamaba Lenchita, y llego a vivir 104 años).
Me juntaba para bolear con mis primos hermanos; Roberto, (El chino) José, Jorge y Raúl, Ruiz Real, así como el "Indio" primo de ellos. (Este casado con una hija del Prof. Jesús Beltrán, "El Periquito.) Era tanto mi afán por obtener dinero, que los domingos le pedía a mi madre que me levantara antes de las 7:00 AM tomaba una silla de madera y mi cajoncito, y me iba a la plaza, me plantaba frente a la puerta del templo, a esperar a los feligreses que salieran de misa de siete de la mañana.
Así empezaba mi actividad, no iba a almorzar a mi casa, lo hacía en donde podía, llegado el medio día, hacia uno o varios recorridos por las cantinas y salones de mi pueblo, (Estrellita del Sur, La Bambi, La Tupinamba, el Danubio Azul, con Don Luís Ramírez, eran las que existían en aquellos años, (Se escuchaba a Mike Laure con tiburón-tiburón, a Javier Solís, y el Charro Avitia.) Me iba en busca de personas a las cuales les pudiera bolear sus zapatos, como no dejaba ir a ningún cliente, ya que se cobraba un peso, pero a veces hasta en cincuenta centavos les boleaba, entonces mi primo "El Chino" (Roberto Ruiz Real) me apodo: "El Tratos" Y hasta la fecha cuando nos encontramos, pocas veces (Ya que el radica en EUA) me sigue diciendo así. Estaban terminando la carretera a Barra de Navidad, la empresa Constructora se llamaba IASA, y sus empleados eran el botín codiciado por nosotros todos los fines de semana para las boleadas de su calzado, lideraba el grupo (De boleritos) "El Chino" Roberto Ruiz Real.
Adquirí otros oficios entre ellos; lavar carros, ayudar a los pasajeros que descendían de los autobuses con sus maletas, vendí tortas, trabajaba para: "Andrés" el tortero, costaban a peso y $ 1.20 estas eran de lomo o pierna, y las primeras de panela. Recuerdo que Andrés me pagaba 0.30 cts. por cada torta que vendiera, estas las ofrecía en los Autobuses foráneos, mientras se paraban en la calle México, para seguir su ruta, a Guadalajara, o al sur hasta Cihuatlán, o Manzanillo, hacía citas telefónicas de la caseta de mi padrino Salvita Villaseñor, al domicilio a donde se llamaba a determinada persona, (No había teléfonos de particulares en el pueblo).
Ayude a un fontanero: Javier Alvizo, (Hermano de Alfonso Alvizo, este fue por más de 30 años Secretario de Acuerdos del Juzgado Mixto de Primera Instancia de Lagos de Moreno Jalisco) le sacaba rosca a los tubos, e íbamos también a San Clemente Jalisco, a hacer diversos trabajos, me pagaba, de cinco a siete pesos, a "Doña Tina" esposa de Don Lino, padres de Taurino, y Fausto, entre otros, ella hacia tortillas, y yo le ayudaba en su elaboración con una maquinita de madera, cuando había toros en la plaza, vendía cervezas, servía como mesero en las "terrazas" que se ponían alrededor de la plaza en las fiestas de Octubre.
En estas actividades duré hasta los doce años. De todo lo que ganaba siempre le daba a mi madre dinero, para la casa. Ahorrando compré puercos, llegué a tener hasta siete, los engordaba compraba el maíz, con Don Manuel Arechiga, y luego, ya que estaban gordos los vendía al señor: Juan Ruelas, carnicero de mi pueblo, padre de Noé Ruelas. Después de algún tiempo mi padre rentó la casa de Carmen Amaral, (Alias; "La Enchilada") (+) Aquí nació mi hermana; Corina, se ubicaba por la calle Juárez, y exactamente frente al teatro-cine Estrella. Mi padre ya tenía años anunciando diariamente la cartelera cinematográfica, (manipulaba las maquinas Don Salvador Michel alias "el Cacho") y por ello también nos dejaban pasar gratis cuantas veces quisiéramos ver las películas, recogía los boletos Amparo Larios, mamá del actual presidente municipal César Hereford Larios.
Así es que a diario iba al cine, algunas veces con mi madre, y otras con mis hermanitos, me volví cinéfilo. Como nos divertíamos yendo a los arroyos a nadar, recuerdo el "Chorro", el "Salto encajonado", "los Gavilanes" ,Pero el que más frecuentaba por cercano era el "Chorro" me gustaba mucho saltar y aventarme clavados, y en ocasiones llegue a bañarme con el arroyo crecido, por lluvias que habían caído en otra zona y aumentaban su caudal considerablemente. No había malicia ni morbo, nadaba desnudo, en compañía de otros que también lo hacían igual.
Que rico sabían los bolillos (virotes) con chile "jalapeño" y una coca o Pepsi, después de bañarme o cuando estaba medio nublado, casi lloviendo. No me perdía las peregrinaciones con mi señor: "De la Misericordia" mi Cristo de Unión de Tula, los recorridos por las calles del pueblo, acompañado de la banda de Música Municipal, cuyo director era Nicolás Pelayo, de oficio carpintero. Le pedían que lloviera, y el temporal fuera bueno. También estudié Catecismo, con la señora: Mariquita Herrera, esposa de Don Eudaldo, Ramírez padre de Eudaldo hijo, quien después fue presidente Municipal de mi pueblo. La señora: Mariquita, me llevaba al templo a hablarles a grupos de señoras acerca de la doctrina religiosa que aprendía, preparándome para hacer mi Primera Comunión, tendría unos 7 años, el traje me lo confeccionó Don Cosme Delgadillo, y mi padrino fue el señor: Luis Gómez Martínez.
En mi pueblo siempre se ha difundido la cultura, en aquel tiempo lo hacían regularmente por medio del teatro. Existía el Teatro-Cine Estrella, cuyo propietario era el señor: Don Refugio Estrella. Estaba debidamente acondicionado como tal, con sus butacas metálicas, su escenografía, generalmente se escenificaban muy buenas obras de teatro, y mi padre era muy solicitado para ello, por su voz, fuerte y grave.
Obra de teatro en donde aparecen en el extremo izquierdo, Javier Reyes Meneses, en el derecho mi padre Herman Real Villaseñor, y al centro "sin reconocer" a la dama que escenifica la obra.