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De izquierda a derecha: Miguel Ángel Castellanos, y mi padre, Hermán Real Villaseñor. |
QUINTA ENTREGA
Terminada la Primaria, tendría unos 12 años, me inscribí en la secundaria por cooperación "Andrés G. Quintero" (Maestro y poeta recordado y muy querido de mi pueblo). El director lo era el Ing. J. Jesús Corona Sánchez. Casualmente antes de ingresar, y de urgencia fui intervenido del apéndice en el Hospital Civil viejo de Guadalajara Jalisco, a donde mi llevó mi padre, previamente me diagnosticó el Dr. Miguel Bonal, (El vehículo en el que me transportaron era un automóvil que condujo Don Javier García, alias "El Tacuachito" (+)) Mi padre iba ya recomendado con el Dr. Lepe, al parecer este, de San Clemente Jalisco, y también con el Dr. José Rodríguez, paisano, (hijo de Don Alfredo Rodríguez Chagollán) aquel, quien era estudiante o prestaba su servicio social, en ese nosocomio. Recuerdo que mi padre, una vez que llegamos, fue atendido muy bien por los galenos mencionados, quienes procedieron a destinarme una cama, y a prepararme para intervenirme ese mismo día por la noche. Mi progenitor tuvo que regresarse a Unión de Tula, por motivo de trabajo una vez que fui ingresado a quirófano. Se me anestesió inhalando gas, y a la cuenta del uno al diez, sin recordar si llegué a este número, cuando ya estaba profundamente dormido por la misma anestesia, para luego despertar quizás dos o tres horas después y por la noche, con aquellos dolores tan intensos, que nunca había tenido, y en la soledad de mi cama, sintiendo únicamente a los lados la vaga presencia de los pacientes que también convalecían en sus camas. Serían como las tres o cuatro de la mañana cuando alcance a ver que en la cama que estaba frente a mí lloraban unas señoras, y al paciente lo cubrían con una sabana blanca de pies a cabeza, sin duda había fallecido. No existía en mi ser en esos momentos el miedo a la muerte, o quizás así lo sentía, teníala seguridad de que todo marcharía bien, y pronto saldría de ahí. No podía hablar por el dolor, para preguntarle a alguna enfermera o al doctor, cuando se me daría de alta, me conformaba con verlos pasar frente a mi cama, o cuando llegaban a checarme el suero que me estaban aplicando. Me pareció una eternidad aquella noche, que jamás olvidaré, pero le doy gracias a Dios, porque así se dieron las cosas, aprendí a valorar mi vida en aquellos momentos de dolor, comprendí que la mayoría de las cosas difíciles se hacen y resuelven únicamente con muestra decisión y con valentía, no esperando la ayuda, o el apoyo, que generalmente nunca llega. Era yo y Dios únicamente. Cuanto había madurado, crecí mental y espiritualmente, en tres días, lo que no había sucedido en doce años. No cabe duda que todo obra para bien, cuando no te rebelas a ti mismo, y aprendes a negarte. Mi papá regresó por mí de Unión de Tula al tercer día para llevarme a convalecer a la casa de mis abuelos maternos, ubicada en aquel entonces en la calle Alfredo R. Plascencia 200, Sector Hidalgo, de Guadalajara Jalisco, en donde permanecí cerca de 10 días, para luego regresar a mi pueblo, e ingresar a primer año de Secundaria. Para esas fechas ya había dejado mis oficios que tenía, y aprendí a manejarme económicamente únicamente con mis ahorros, que con el esfuerzo de mi trabajo había reunido. Mi primer año en la secundaria transcurrió de una forma "normal" en cuanto al desempeño en mis estudios, era casi parecido al que había tenido en la primaria, en quinto y sexto grado. Al finalizar este primer ciclo, y para aprovechar el tiempo, en las vacaciones, (meses de julio-agosto) me fui a estudiar inglés, mecanografía y taquigrafía al ranchito "La Pradera", cerca de la Unión, (Estaba a unos cinco kilómetros) con la maestra: Estelita Kramer, casada con Don Alfredo, tenían una hija (adoptiva) que le decíamos: "Chusi" (Maria de Jesús), y vivía con ellos la mamá de Estelita, una ancianita que al parecer había llegado de Torreón Coahuila. En ese tiempo, dos meses, antes de ingresar a segundo grado de la secundaria, memorice veinte lecciones de inglés: National Scholls of California, aprendí lo básico de taquigrafía, y así mismo mecanografía. También estudiaba en esa época con Estelita Kramer, Ángel Gómez Contreras, (La Paloma) quien me acompañaba, generalmente nos íbamos juntos en bicicleta, cruzando potreros para llegar, las teníamos que brincar por los lienzos de piedra o bien por debajo de las alambradas. Teníamos que llegar por la mañana, antes de las 10:00 AM. Estelita, nos esperaba y antes de empezar nuestras lecciones nos daba un tónico tomado, que preparaba Don Alfredo, su esposo, y que servía para la memoria. (Lo cual me consta que si era muy efectivo) Ella era muy paciente conmigo, sobre todo para enseñarme la pronunciación de las palabras en inglés, (no teníamos discos). Las lecciones las estudiaba de la siguiente manera; eran tres columnas compuestas de no menos de cincuenta sustantivos y verbos, en la primera aparecía la palabra escrita en inglés, en la columna del centro, su pronunciación en inglés, y en la tercera columna su significado en español, había que memorizarlas todas. Al final de cada relación de palabras aparecía una conversación escrita en inglés, en donde se conjugaban las palabras que ya habíamos aprendido. Cada lección era diferente, así como el vocabulario que se memorizaba, y se referían a temas diversos, una hablaba de un viaje en avión, otra de una conversación en una oficina, otra en un restaurante, etc. Salía de la casa de Estelita aproximadamente a las 3:00 PM y de regreso a veces nos bañábamos en el arroyo "El Salto encajonado", se llamaba así porque simulaba un cajón, de aproximadamente diez metros de largo, por unos tres de ancho, y con una altura de unos ocho metros, pero sí parecía muy profundo, en alguna parte alcanzaba más de cuatro metros de profundidad, y terminaba en una pileta semi redonda, de poca profundidad. En esa época ya vivía en una casa que compró mi padre en la calle Veracruz número 5 de mi pueblo, hacía esquina con la calle La Paz, ahí nacieron mis hermanos; Greco, Rommel, y Rocio. Esta propiedad tenía en uno de sus patios interiores dos guayabos, uno producía guayabas muy grandes y desabridas, y el otro, normales, al centro del patio, una pequeña fuente, que no funcionaba, el otro guayabo daba las guayabas más chicas y estaban muy ricas. Arriba de las ramas de este estudiaba, para concentrarme sin ruidos, o bien en el tejado de la casa. Después en los tiempos de gran necesidad económica, mi madre y mis hermanos, vendían las guayabas a Don Lorenzo Ramírez, para obtener algunos ingresos. Había comprado una bicicleta marca "Britanic" rodado 24, con cuanto esfuerzo lo había hecho para juntar aquellos quinientos setenta pesos, que me parecían millones. Mi padre me acompañó a comprarla a Guadalajara, a casa Simancas, que estaba en el centro, contra esquina de la rotonda de los hombres ilustres. Viajamos con Andrés "el Tortero" en su camioneta, en ella nos trajimos la bicicleta, de regreso a pueblo me quise venir atrás en la caja del automotor, viajando de noche, para cuidarla me parecía un sueño tenerla. Con ella, y algunos amigos que invitaba, nos subíamos y nos íbamos hasta la tijera, o bien al Charco Azul, (hoy creo que es una presa), así como a Santa Ana y varios lugares más. Cuando ingresé a estudiar el segundo año de la secundaria sentía hambre inmensa por aprenderlo todo, y así mismo lo memorizaba y mi promedio en todas las materias no bajaba de 95, siempre quería el 100, mis maestros, generalmente me daban por exento en los exámenes con calificación de 100. Me gustaba mucho la lectura, mi primer libro que leí y que no era texto de estudio fue; "El Quijote de la Mancha." Sin duda estaba sufriendo una transformación en mi ser, no anhelaba juntarme con mis compañeros y amigos en la secundaria, sino únicamente venirme saliendo de clases y recluirme en mi casa, para continuar estudiando, muchas veces hasta altas horas de la madrugada. No se me veía conviviendo en la plaza con ningún amigo o amiga, de hecho sentía que estas no las tenía, eran más bien mis compañeras de estudio: Angélica Moreno, Esperanza Cervantes, Teresa Molina, tampoco concurría a fiestas o bailes, no sabía bailar, ni sentía ningún gusto por hacerlo, y ya tenía 14 años. Observaba como grupos de compañeros y amigos se juntaban, como: Santiago Delgado Mejía, Eduardo Villaseñor Estrella, Manuel Aréchiga, José Estrella, y otros más, y convivían entre ellos, y con amigas, algunos decían que ya tenían novia, sin que yo sintiera esos deseos. Adopté una postura de exilio y de concentración exagerada en mis estudios. Mi única diversión era el cine, generalmente ir los domingos al Estrella, o al Encanto. En mi mente se anidaba una idea: "Llegar a ser un profesionista y apoyar siempre a mi madre". Así transcurrió también el tercer año de secundaria, terminando la misma, con los mejores promedios. Entre los maestros que recuerdo con cariño de la secundaria están: El Doctor Pepe Santana, el doctor Miguel Bonal, el doctor: Javier Orozco (odontólogo +) el profesor: Ramiro Ruelas, (+) la maestra: Socorro Cervantes, María de Jesús, (Chusi) Estelita Kramer, (+) el profesor: Nucamendi, Eudaldo Ramírez, el Ing. J. Jesús Corona, (+) quien fungía como Director. Y de mis amigos y compañeros más allegados de aquellos tiempos; Santiago Delgado Mejía, (Chago) quien ahora dirige el Centro de Rehabilitación; "Las hojas" en San Isidro Mazatepec) Ángel Gómez Contreras, (La paloma, actualmente abogado) Manuel Aréchiga Fonseca, (Che) Eduardo Villaseñor Estrella, (Quien radica en Unión de Tula) Teresa Molina, quien vive en EE.UU. y Esperanza Cervantes, (Pera) entre otros. Era el año de 1970, había dejado de prestar sus servicios mi padre como Secretario y Sindico del H. Ayuntamiento de mi pueblo, quedaba como Presidente Municipal Carlos Castellanos, quien ya no incluyó a mi padre dentro de su administración después de que sirvió a los siguientes Ayuntamientos: Pedro Chagollán, Simón Gómez, J. Guadalupe López, Bernal, Lorenzo Ramírez López, Juan Urista, Luis Estrella, Tarsicio Amaral, y Carlos Aréchiga. Terminaba con ello la era de Luis Gómez Martínez, sobrino del profesor Juan Gil Preciado, ex gobernador del Estado de Jalisco y exministro de Agricultura y Ganadería en el sexenio del Presidente: Gustavo Díaz Ordáz. La pobreza asomaba a mi casa, yo tenía 15 años, y mis hermanos: Habacuc, Ulises, Corina, Greco, Rommel, y Rocio, 13, 11, 8, 5, 3, 1 respectivamente. Mis ahorros poco a poco fueron minando hasta terminarse. Sin empleo mi padre, y sin dinero, comenzó a faltar el sustento, mi decisión de seguir estudiando se tambaleaba, o estudiaba o trabajaba, era tentadora la idea de ir a los EUA junto con mis primos hermanos: Roberto, Jorge, y José, Ruiz Real. Mi madre se sostenía en que siguiera estudiando aún sin recursos. ¿Cuálsería la solución? ¿Qué camino debería de tomar? ¿Iría a la Preparatoria? En la Unión no había, tendría que ir a Autlán, no había recursos para el pasaje y alimentos. Mi padre se sumió aún más en el alcoholismo, hipotecó la casa a Carlos Aréchiga, y esta estaba a punto de vencerse. Como únicas entradas de recursos mi padre "litigaba" algunos asuntos penales, lo poco que percibía no le alcanzaba para nada, si a esto le sumamos que la mayoría de los ingresos los destinaba a ingerir bebidas embriagantes. Tenía graves problemas en su contra, entre ellos el alcoholismo y la edad, más de cincuenta años. Entonces les escribí a mis abuelos maternos, quienes radicaban en Guadalajara Jalisco, pidiéndoles de ser posible me recibieran en su casa, para continuar con mis estudios. Me contestaron que si, pero que tendría que proporcionarles alguna ayuda económica en forma periódica, fijándome cincuenta pesos semanales, lo cual acepté. Desde luego pensé en estudiar y trabajar.
Hermán René Real
Continúa en la SEXTA ENTREGA