jueves, noviembre 11, 2021

Historia de Vida, décimo segunda entrega.

Antigua penal de Oblatos.

     Sin recordar exactamente, pero en el año de 1974, VYASA(Vega y Asociados, SA), empresa para la cual yo trabajaba, fue vendida a Servicentro Llantero de Occidente, ubicada en la Avenida González Gallo 1991, y los vendedores que así lo quisiéramos seríamos transferidos a esa empresa. Yo estuve de acuerdo, “continuaría estudiando y vendiendo”, y también lo haría David Espinoza, mientras los demás ya no querrían seguir en la empresa. Fungían en la misma, como gerente general, el señor Salvador Montemayor, y como Gerente Administrativo, Jorge Novelo. El señor Montemayor era una persona madura, de carácter fuerte y con mucha personalidad, tenía como agentes de ventas, entre otros, a los señores Núñez, Ocampo y Topete, viejos lobos de mar cuyos promedios de ventas eran mucho más altos que el mío, me doblaban en el porcentaje, o quizás más. 

    Ellos tenían clientes como lo eran algunas flotillas de auto transportistas a nivel nacional, y además otras grandes empresas. Ramón Téllez, quien había manejado la sucursal Niños Héroes, se fue a trabajar a la negociación LODI, dedicada también a la venta de llantas. A los demás compañeros de ventas en Vyasa les perdí la pista, aunque después de muchos años me encontraría con Juan Castillo, quien se había convertido en “empresario,” tenía papelerías y viajaba con regularidad al extranjero, luego supe que a su propia esposa al parecer la había estafado, y se encontraba huyendo. En Servicentro Llantero nos ofrecieron una comida de bienvenida, en la misma departía con otros vendedores, como el señor Núñez, quien tenía un promedio de ventas mensuales de más de cien mil pesos mensuales, Poco después el señor Montemayor (me imagino que con la idea de saber con lo que contaba) me pediría una lista de mis clientes, la cual le proporcioné. 

    Tenía que redoblar esfuerzos, ya que la competencia era muy fuerte, y no era nada fácil. Sin embargo Dios nunca me desamparó, continúe laborando para dicha empresa todo el año 1974, así como 1975 y parte de 1976, sosteniendo buenos promedios de ventas y aún más, aumentándolos. Lo mismo hice con mis clientes, aumenté el número, manejaba un promedio de ochenta clientes. De las personas que laboraban en Servicientro Llantero, y que me causaron impacto, recuerdo que había un tipo muy carismático, el señor “Salmón”, quien era el encargado del almacén, se mencionaba mucho al señor Michel (al parecer de Ayutla Jalisco) al cual tuve oportunidad de conocerlo, fue uno de los mejores vendedores de llantas, todavía con récords mayores que el señor Núñez, él después tendría una sucursal sobre la Calzada del Ejército, así mismo era muy mencionado el señor Martínez, quien se dedicaba al vitalizado de llantas, después pondría su negocio en las mismas instalaciones que habían sido de VYASA, y el señor Vega, quien se emplearía como gerente de ventas de Volkswagen, sucursal avenida Vallarta, me invitaría a laborar con él, pero decline dicha invitación, hubiera sido como volver a empezar en ventas de un producto del que no tenía experiencia. 

    Así transcurrió el año de 1975, con buenos promedios de ventas (algunas meses llegué a alcanzar los $70.000.00). En ese año (periodo 75-76) presté mi servicio social penal en los juzgados anexos al “Penal de Oblatos” (eran seis juzgados únicamente), el juez quinto de lo penal era el licenciado Sócrates Eloy, y el del Sexto Penal, el licenciado Jaime Cedeño Coral (actual magistrado, desde hace muchos años), ambos eran muy buenos amigos, el licenciado Sócrates Eloy se distinguió por su intachable honradez y profesionalismo, se rodeó de una gran grupo de abogados, algunos funcionarios públicos, de conducta intachable e incorruptible. Años más tarde el licenciado Eloy llegaría a ser presidente del Supremo Tribunal de Justicia en el Estado de Jalisco, para luego renunciar y dedicarse a su vida privada, radicando actualmente en la ciudad de Colima. Como anécdota, a los licenciados Cedeño y Eloy, en una visita que hicieron a Unión de Tula cuando era presidente Lorenzo Ramírez, y mi padre su secretario, se les ofreció una comida en el famoso “Zalate” que se encontraba por la carretera a Ejutla, como a dos kilómetros del entronque con la carretera Guadalajara-Barra de Navidad. 

En el año de 1976 presté mi servicio social en materia civil, teníamos que acreditar haber litigado cuando menos veinte asuntos en esa materia, el bufete del servicio social se encontraba en las confluencias de las calles Venustiano Carranza e Independencia, en la ciudad de Guadalajara, y el director del mismo era mi apreciado maestro Alberto Arámbula Magaña (+).  Rápido me hice amigo de las secretarias encargadas de proporcionarnos los casos, quería más de los veinte, porque algunas de las personas que solicitaban esos servicios eran muy espléndidas y me otorgaban buenas cantidades, por concepto de “ayuda”, para los gastos. 

    Respecto a mi casa, me encontraba mas desahogado económicamente, había más entradas de dinero, las de mis hermanos Habacuc, Ulises, Rommel y Greco, así como la de mi padre. Las de mis hermanos les servían sobre todo para ellos mismos, y continuar con sus estudios. Entre Habacuc y el que escribe pagábamos la renta, así como algunos otros gastos. Ya habíamos cambiado de domicilio dos veces, primero a la calle Vasco Núñez de Balboa, y en ese año, 1976, radicábamos en la de Fernando de Magallanes, ambas del fraccionamiento Colón Industrial. De nuevo en mi trabajo, a mediados del mismo año de 1976, en una de las acostumbradas juntas que a diario se celebraban, al tomar la palabra el señor Montemayor dijo: “A partir del día de mañana, la empresa pagará comisiones por venta cobrada”, se modificaba por completo el sistema que se venía sosteniendo por muchos años en el pago de comisiones por ventas hechas, ya que ahora tendríamos que cobrarle a nuestros clientes, y hasta entonces nos pagarían la comisión. 

    De inmediato me inconformé, y levantando la mano, se lo hice saber al señor Montemayor, quien visiblemente irritado me dijo: “Lo espero en mi oficina, en cuanto termine esta junta.” Así lo hice, al abordarme me cuestionó el por qué yo no estaba de acuerdo con el nuevo plan de pago de comisiones, de inmediato le contesté: “Porque había sido contratado como vendedor, y no como cobrador, lo cual era otro empleo diferente" y cité la Ley Federal del Trabajo. Quiero agregar que durante todo el tiempo que me venía desempeñando en ese empleo de vendedor, tanto en VYASA como en Servicentro Llantero de Jalisco, supuse que mis patrones ignoraban que estaba estudiando, ya que desde un principio, al momento de contratar, lo habían hecho considerando que sería empleado de “tiempo completo”, lo cual no me había afectado en lo mas mínimo, ya que siempre había cumplido con las cuotas de ventas, y aún más todavía. 

    Retomando: Entonces me dijo el señor Montemayor: “Expréseme por escrito lo que me acaba de decir para enviarlo a México y poder sostenerlo únicamente a usted con el pago de comisiones" (como se había venido haciendo siempre), saliendo de la junta con la intención de elaborar dicho escrito, me esperaban todos los demás vendedores (que no se animaron a inconformarse), y atentos me preguntaron cómo me había ido, a lo cual les contesté: "Me dijo el señor Montemayor que haga un escrito de inconformidad y que lo firmemos todos.” Claro que era todo lo contrario, me lo había pedido únicamente a mí, pero me nació la personalidad de líder, la cual tenía muy oculta, y por lo mismo nunca había practicado, pero tal vez, animado por la disponibilidad del señor Montemayor, pretendí apoyar a los demás. 

    Cuando firmamos todos aquel escrito, entré al privado del señor Montemayor, y al mostrárselo, su rostro súbitamente cambió a varios colores, primero al rojo, luego palideceó, para después ponerse cenizo, y tomando el papel en las manos, lo rompió, para luego lanzar un grito que estremeció a todas las secretarias y demás personal de la empresa: ¡Está Usted despedido! ¿qué se cree, líder o que?…. Señor Novelo…despídame a este hombre, no quiero volver a verlo. 

Continuará en la siguiente entrega...

Lic. Hermán René Real