Era realmente difícil la decisión, la consulte con mis padres, y mi madre como siempre me apoyó para que continuara estudiando. Vendría otro problema, el horario de clases se complicaba aún más, el negocio se tenía que abrir a las 9:00 AM y automáticamente tendría que permanecer en él, ya no podría volver a la escuela por la mañana. Estarían bajo mi cargo una secretaria, un empleado para montar y desmontar llantas y otro para atender problemas auto eléctricos, también dedicado a linear y balancear, la responsabilidad era grande, además tendría un almacén con existencia en llantas y herramienta. Finalmente acepté y le firmé de firmado recibido de todo ello al señor Vega.
Decidí a quedarme como gerente de dicha sucursal ya que sería una experiencia más en mi vida. Se abrió el negocio y empezó a funcionar, me aboqué a visitar a todos mis clientes, especialmente a los de la zona del Mercado de Abastos, casi de inmediato noté que mis ventas disminuían, cayendo en más de un 50%, ante esto me preguntaba cual sería el problema. Llegué a la conclusión que mis clientes del Abastos no podían dejar sus negocios durante el día para acudir a la sucursal a comprar llantas, lo mismo sucedía con los de fuera de esa área, ellos estaban acostumbrados a que yo los visitara periódicamente, les levantara su pedido, y se les surtiera en su domicilio.
Uno de los clientes que me compraba constantemente era el señor: Ramón Michel Barajas (+) (alias “El buchón”) paisano de Unión de Tula, inclusive me llegó a llevar a la sucursal a Carlos Aréchiga (el Friacos del pueblo) para que me comprara. Ambos carecían de tiempo para ir a la sucursal a comprar algo o bien para recibir algún servicio, requerían de la atención en sus domicilios. Por otro lado en la escuela estaba perdiendo ya dos clases, la de 8:00 a 9:00 y la de 9:00 a 10:00 AM, mis estudios se complicaban demasiado y sentía poco ánimo de continuar acudiendo a clases, aún así luchaba por no dejarlos, me sostenía la ilusión de algún día poder tener un despacho jurídico en mi pueblo, o bien ser funcionario publico.
Por esas fechas organicé un paseo a mi pueblo Unión de Tula. Allá me esperaba un equipo de Foot Ball, del cual estaba al frente el Dr. Miguel Bonal, mi maestro de química en la secundaria. En la facultad había armado otro equipo, y pidiendo cooperación a todos mis compañeros que íbamos a ir, y a la usanza de entonces, un sábado secuestramos un camión urbano en las afueras de la Facultad de Derecho. Íbamos aproximadamente unos treinta compañeros, entre ellos “El cafre,” (quien se dedicaría a atender un taller mecánico) “El Peluchin,” (quien años después sería delegado de la PGR, al parecer en Chiapas) Cuauhtémoc Lorenzana (quien ocuparía el puesto de director de COPLADE, durante la gestión de Cosio Vidaurri), Cantú Cantú (litigante), Reyes Osorio (+), Jesús Jiménez (litigante), Cedillo Jiménez (litigante), José Morales Buenrostro (quien ha ocupado diversos puestos públicos hasta la fecha) Do Sul Ángel Gómez (Quien laboraría para el Ayuntamiento de Zapopán Jalisco), Magallanes (que ocupara altos cargos en el Poder Judicial Federal), Pedro Eusebio Bernardino (ex Secretario del Juzgado de Primera Instancia de Tamazula de Gordiano), y otros más cuyos nombres se me escapan.
En la carretera camino al pueblo, al llegar a las curvas antes de llegar a Tecolotlán Jalisco, el Cafre, haciendo alusión a su nombre, le pidió el camión al conductor, y en una curva pegó por la parte de atrás con un tráiler, se rompió una ventana y uno de los vidrios vino a cortar la frente de nuestra estrella del foot ball, Cantú Cantú. Llegamos a Tecolotlán y en un consultorio dental el doctor nos atendió, cosiendo las heridas de mi compañero, pero ya no podría jugar. Allá en Unión de Tula, anticipadamente había ordenado una birria de chivo con Doña Pilar (menudera, mamá de Adolfo Cortínez), me había costado quinientos pesos, En cuanto llegamos fui con Cesar Hereford para comprarle varios cartones de cerveza Corona, de ahí los llevé al campo de juego, para mis compañeros, perderíamos el partido 2 a 1.
Para la comida Miguel Ángel Castellanos me facilitó su casa, ahí dispuse de unas mesas y comimos la deliciosa birria, después llevé un mariachi, que me cobraba a cuarenta pesos la canción, pensaba que alguno de los compañeros contrataría más, pero nadie lo hizo, y nada mas nos tocaron tres canciones. Aún recuerdo como Pedro Eusebio Bernardino, al estar comiendo la birria, aventaba hacia arriba los huesos de la misma, y gritaba: “Está muy rica, quiero massss…”. Terminada la comida la mayoría de los compañeros se regresaron a Guadalajara en el mismo autobús, nos quedaríamos en el pueblo Ángel Gomez Contreras, Jesús Jiménez Baltasar, El Cafre, Reyes Osorio (+) y yo, Allá pasamos la noche, no sin antes festejar que habíamos perdido el partido de football, dormimos en el hotel de mi entonces padrino Luís Gómez, pretendía por ese hecho un buen descuento, el cual nos negó. Al día siguiente, con aquella “cruda” que golpeaba mi estómago y remataba en mi cabeza, abordamos un autobús y retornamos a Guadalajara.
En mi trabajo, la sucursal llantera seguía funcionando con todas mis limitaciones debido a mis estudios. El punto álgido de todo ello llegó cuando, como a eso de tres meses de estar en servicio, y sin avisarme nada el señor Vega, llegaron directivos de la ciudad de México para que él les mostrara las instalaciones de mi sucursal. Ese día ocasionalmente llegué aproximadamente a las 9:30 AM, ya que venía retrasado de la escuela, y como yo era el único que abría y cerraba, al llegar vi gran cantidad de personas desesperadas que esperaban que se abriera, entre ellos el señor Vega y sus invitados. Su disgusto fue grande, y entonces ya en privado le dije que me volviera a mi antiguo puesto de vendedor, en donde me iba mejor. Accedió y entregué el negocio al señor Sergio Santillán, compañero de ventas, así terminaba mi efímera carrera como gerente de un negocio de venta de llantas.
Debido a la falta de asistencias perdí el derecho en la materia de Procesal Penal, que nos impartía el maestro Alberto Arámbula Magaña, quedándome a repetir curso. El referido maestro se retiraría de la docencia debido a una publicación que apareció en el periódico El Occidental, en donde el licenciado se veía compartir sus alimentos en una fiesta con Carlos Morales (El pelacuas), El Cherezada y el Neri, entre otros maleantes. Se facultaría entonces como titular de su materia a su maestro adjunto, decidí en vez de solicitarle el favor para que me diera la autorización a examen extraordinario a este, mejor acudir al despacho del licenciado Arámbula, a pedírselo a él. Me dijo que por qué no lo había hecho con el nuevo maestro, y yo le dije que para mi, él seguía siendo mi maestro. Inmediatamente me firmó mi solicitud, que desde luego la hicieron válida en la secretaría de la facultad.
Continuará en la siguiente entrega...
Lic. Herman Rene Real