Siempre tuve el deseo de presenciar el equinoccio de primavera en el ancestral observatorio astronómico, llamado por los lugareños "
Las Águilas" en el municipio de Cuautla, Jalisco, pero por diferentes motivos no lo había podido cumplir. Este año en cuanto me invitaron unas amistades, decidí que era el momento indicado para cumplir este propósito.
El lunes previo, mi esposo Carlos Jesús, un amigo mutuo, Carlos Ramírez y quién esto escribe fuimos al referido lugar para reconocer aunque fuera de manera superficial, las características del sitio y así disponer de lo necesario para días después acudir preparados a dicho evento.
En un automóvil de los llamados SUV´S salimos por el llamado "ingreso norte" de Unión de Tula,(por donde se ubican las escuelas y centros de salud) tomamos la carretera hacia Guadalajara y en el "crucero de San Clemente" cambiamos de rumbo hacia la izquierda para dirigirnos a la población de Cuautla, pasando por el vecino municipio de Ayutla.
A un par de kilómetros de llegar a dicha población, hicimos una parada en la capilla "Talpita" para que se nos informara con mas seguridad sobre la ubicación de dicho centro ceremonial. Ahí, entre muchos peregrinos de los llamados "Talpeños" un vendedor de comida nos indicó que la entrada al sitio estaba justo antes de la cabecera municipal, a mano izquierda de la cuchilla de ingreso al pueblo, en un portón que tenía su respectivo letrero.
Llegamos al lugar indicado, salimos de la carretera y cruzamos en vehículo sin mayor dificultad el terreno pedregoso de la brecha de unos tres kilómetros que conduce al ingreso formal del sitio. Dejamos el automóvil en la primera puerta de varias parcelas que hay que cruzar para seguir a pie hasta llegar a una pequeña charca que flanquea lo que es la entrada de la zona arqueológica, con cabaña, baños "y toda la cosa".

El lugar evidentemente cuenta con un fuerte apoyo gubernamental dado que existe el proyecto para convertir el lugar en un atractivo turístico municipal, equipado con lugares de descanso, sanitarios, servicio de agua potable e iluminación durante todo el trayecto hasta la cima del cerro en donde se ubica el referido sitio arqueológico.


Estuvimos en el sitio una media hora en donde platicamos brevemente con algunos trabajadores que estaban en la construcción de lo que vendrá a ser un mirador hacia el valle y la población de Cuautla pero que lamentablemente no nos pudieron proporcionar mayor información en lo referente al sitio en sí. Ante esto decidimos regresar a la Unión.

Llegó el viernes 20 de marzo, mi esposo y yo nos levantamos antes de las cuatro de la mañana ya que habíamos programado la salida media hora después; acomodé las cosas y salimos a la esquina de la calle México y Juárez, punto de reunión pactado con los compañeros de viaje, Moy González, Juan Altamira y Juan Carlos Villafaña; la plaza del pueblo estaba a oscuras y aún no había gente, en eso llegó Carlos Ramírez en su camioneta y partimos.
Dado el conocimiento adquirido en la visita previa, en esta ocasión nos aventuramos a llegar en el automóvil hasta la falda del cerro, en donde principian las obras del recién construido camino sobre la ladera para acceder a la cima, salimos del carro, encendimos un par de lámparas e iniciamos la caminata.
Esa mañana el ascenso me pareció más pesado que el anterior, todo estaba oscuro y la luz de las lámparas era insuficiente. Evidentemente a los funcionarios de turismo del H. Ayuntamiento de Cuautla se les olvidó disponer que las lámparas estuvieran encendidas a lo largo del andador.
Al fin arriba, me sentí llena de energía y más entusiasmada. Vimos que ya estaba instalado ahí un campamento, pero todavía todo estaba en silencio. Como grupo, nos retiramos un poco del perímetro del sitio astronómico para hacer algo de ejercicio y así mantener el calor corporal, posteriormente tomamos un poco de café y comimos un bocadillo.
Al acercarse la hora pudimos ver como llegaba un grupo de jóvenes de la escuela preparatoria, suponemos que de Ayutla, y unos momentos después llegó otro grupo, esta vez de reporteros.
Para ese momento, los del campamento antes mencionado salieron de sus casas, se ataviaron con unas túnicas blancas e iniciaron una especie de ritual, esto vino a despertar la curiosidad de los estudiantes y los reporteros quienes buscaron acercarse a presenciar lo que estaban haciendo. Un reportero quiso fotografiarlos, el guía de los campistas, al darse cuenta de esto le pidió respetuosamente que no lo hiciera, petición que no fue atendida, ya que, supongo el reportero estaba realizando su trabajo (nos enteramos después que se trataba de un reportaje para un periódico de Guadalajara y para la Secretaría de Turismo), esto molestó al guía del ritual por lo que tuvo que exigirle en tono más enérgico que no los fotografiara más. Seguramente esta persona tendría sus razones.

Al mismo tiempo, algunas muchachas estaban realizando encuestas para rescatar opiniones de los trabajos que ahí se están realizando. Una de ellas se me acercó y me entrevistó. De lo tratado, a manera de resumen les puedo comentar que no estoy de acuerdo en que ahí construyan un restaurante, que haya caballos para renta ni que coloquen un sistema de "rappel", en fin, en lo personal me parece que el lugar debe permanecer tal como está.
Conforme pasaban los minutos, los alumnos de la preparatoria comenzaron a inquietarse y hacer "relajo". Al momento previo a la salida del sol, estos jóvenes se congregaron justo encima de la llamada "piedra marcador" que viene a recibir la luz del sol y así complementar el efecto pretendido en dicho observatorio, impidiendo a las demás personas ahí presentes disfrutar en todo su esplendor el fenómeno del equinoccio en dicho conjunto milenario.

Dadas todas estas circunstancias, lo que yo esperaba fuera algo memorable no lo fue en su totalidad, me apresuré a ubicarme en un lugar más o menos preciso para tomar algunas fotografías que documentaran el evento y después me dediqué a admirar la belleza del sol saliendo por el oriente entre los monolitos que componen el observatorio.

Pude ver directamente al sol sin cegarme, se veía hermoso, parecía un trozo de tela delgada, blanca que permitía ver a través de él. Alrededor del sol parecía haber un anillo de luces, que se movían rápidamente, el juego de luces que presentaban fue maravilloso. Después del anillo se veía un resplandor violeta en diferentes intensidades. En ese momento se siente como la energía va llenando todo el cuerpo. Es algo difícil de explicar, considero que todas esas sensaciones y emociones se deben experimentar personalmente visitando lugares de estas características..


No tuve la oportunidad de ver el conjunto en su totalidad, el cual refieren se compone del centro astronómico, el ceremonial y el sitio mágico, solo estuve en el observatorio...pero espero que en mi próxima visita pueda recorrer toda la zona.
Nélida García, Abril del 2009.
Mas información en este blog, ver: "El stonehenge de Jalisco"